Llega el verano, ¡qué ganas de sol y de mar! Las playas se llenan de cuerpos semidesnudos, disfrutando del calorcito, del agua salada y la brisa marina.
En verano, el estado natural del cuerpo, que es su desnudez, alcanza su máximo apogeo. Esa maravillosa sensación de libertad que da el andar o, más aún, el bañarse, prácticamente en cueros.
Ahora bien, de unos años acá, vemos una descompensación en ese arte de enseñar los cuerpos en playas y piscinas. Mientras los hombres siguen llevando sus bañadores tipo shorts, muchas mujeres visten una especie de bikinis-tangas, bikinis brasileños, creo que les llaman, que dejan al descubierto, los dos cachetes de los hermosos culos.
– Menuda ordinariez.
Una vez más encontramos la moda femenina creada para uso y disfrute de la vista masculina. Una vez más, las mujeres deben enseñar y llevar algo incómodo de narices para gustar a los tíos.
Y no me vengan ustedes señores, con lo de que el cuerpo de la mujer es bello y hay que lucirlo, porque un culo al aire no es nada estético, no es para nada como contemplar la Venus de Botticelli.
Festival de culos (femeninos) en la playa para que los hombre se pongan morados. Qué bonito. Pues ya puestos, ¿por qué no un festival de culos masculinos, de culos hetero, me refiero? O vayamos un pelín más lejos, a la subversión, ¿por qué no, los rabos al aire? Me refiero a rabos de hombres adultos mostrados inocentemente, como los culos de las chicas de bikinis brasileiros. Eso sí marcaría un antes y un después.
Pero eso nos queda todavía muy lejos. Forma parte de un lugar y un tiempo donde las mujeres tendrían la sartén por el mango y de momento no nos dirigimos hacia allí.
– No progresamos, no.