El Congo (XIV): La lógica corporativa

«Esta guerra está provocada por todos los que se enriquecen con los minerales.

¿Cómo va a terminar?». 

Hombre joven congoleño

Según Floribert Mashimbe, especialista en el territorio de Kivu, «las dos guerras que ha habido en el Congo jamás han sido, como se entiende a menudo, guerras de liberación. Son, más bien, guerras económicas para poder saquear los minerales del Congo a un precio barato. El Frente Democrático de Liberación de Ruanda, el F.D.L.R., permanece en las selvas, ocupa zonas mineras, las explota y viene a vender aquí. Y mientras tanto los que compran estos minerales no pagan ni un impuesto a la República Democrática del  Congo. Y ahora se dice que los países vecinos son los grandes productores de oro, de coltán, casiterita y, sin embargo, no tienen una mina en su territorio. Es un circuito que beneficia tanto al F.D.L.R. como a los compradores»[1].

A pesar de que Ruanda parece ser el principal beneficiario de la perpetuación del conflicto, no es posible dejar de preguntarse si este país podría seguir invadiendo y expoliando la República Democrática del Congo sin el apoyo económico y logístico de Occidente -en especial de Estados Unidos, Gran Bretaña y Bélgica-. Tampoco si no existiese una enorme demanda de recursos minerales por parte del sector privado. A este respecto, no está de más destacar cómo numerosas corporaciones que fabrican sus aparatos electrónicos con minerales supuestamente extraídos y robados en el Congo, se oponen a ejercer una política de transparencia, rechazando publicar la cadena de suministro, tal y como exigen diversas ONGs; por ejemplo, Global Witness.

En el documental Sangre en el móvil, Frank Piasecki Poulsen se propone aclarar esta cuestión con la compañía Nokia, líder mundial de ventas en el sector de la telefonía móvil, que presume de ser una compañía que «crea la tecnología para conectar el mundo de forma responsable»[2]. Tras varios intentos infructuosos de conseguir una entrevista, le conceden a Poulsen una cita con Abby, una empleada que trabaja directamente con la cadena de suministro. Pese a que Abby comienza la entrevista expresando las mejores intenciones de la compañía para la que trabaja, pronto se revela la brutalidad de la lógica corporativa:

Abby.-  Estamos comprometidos a mejorar nuestra transparencia…

Poulsen.- Sería muy fácil exigir de sus proveedores que ellos también publiquen sus proveedores y así publicar toda la cadena de proveedores. Eso supondría una gran diferencia en la localización de estos minerales en conflicto.

Abby.-  Hay algunas sensibilidades confidenciales en publicar fuentes de nombres tanto para Nokia como para sus proveedores también.

Poulsen.-  ¿Quiere decir debido a la competencia de otras compañías?

Abby.-  Podría ser la competencia, las nuevas tecnologías, cuestiones por el estilo. Todos ellos son factores a considerar al decidir hacer una lista pública.

Poulsen.-  Así que por un lado tenemos la competencia que es una carrera para obtener ganancias […] Y por otro lado tenemos a niños muriendo, mujeres violadas, millones de muertos. Es sólo para entender el dilema. Porque la recomendación de varias organizaciones no gubernamentales es la publicación de su cadena de suministro. Y usted me dice que no están haciendo esto porque quieren ganar más dinero.

Abby.-  No, no estoy diciendo esto. […] Por supuesto, tenemos que hacer lo posible para parar o para usar nuestra influencia para resolver los problemas. Estamos viendo cómo podemos ser más transparentes. Y quizá en el futuro, pero no por el momento. Ahora hay asuntos de sensibilidades…[3].

O sea, la razón por la que Nokia no publica su cadena de suministro es porque no quiere herir sensibilidades. O lo que es lo mismo, no desea importunar a sus proveedores que son, al fin y al cabo, los que les venden la materia prima con la que se fabrican sus productos.

Fidel Bafilemba, activista congoleño: «Si nuestro país es tan rico en recursos naturales y si el mundo occidental necesita esos recursos, debería replantearse su  política. Deberían replantearse la forma en la que tratan al pueblo congoleño»[4].

Jason Stearns, director de Congo Research Group: «Uno de los sentimientos que caracteriza todo este conflicto es la humillación del pueblo congoleño. Los congoleños han sido humillados, pisoteados por los extranjeros, por sus propios líderes y se sienten completamente impotentes. La sensación de haber sido despojados de todo tipo de derechos»[5].

Hombre congoleño: «Necesitamos unas elecciones justas en nuestro país, no unas elecciones que provoquen una nueva guerra civil»[6].

Mujer congoleña: «El futuro del Congo, nuestra esperanza, es tener paz. Paz.  […] Es necesario que los niños dispongan de sus derechos: derecho a una educación, derecho a la salud, al desarrollo y derecho a participar en la libertad de expresión»[7].

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[1] José Luis Aragón: R. D. Congo. Minerales de guerra, emitido en el programa «En portada», RTVE (2009)

[3] Frank Piasecki Poulsen: Sangre en el móvil, (2010)

[4] Michael Ramsdell: Cuando los elefantes luchan, (2015)

[5] Ibídem

[6] Ibídem

[7] Ibídem