El momento de empezar a abrir el cofre de los tesoros de la música negra. Durante los próximos meses, o lo que haga falta, desde La Zancadilla vamos a apostar por una serie de artículos sobre la edad dorada del hip-hop americano: la que va de 1987 a 1994. La misma que asentó las bases de una de las corrientes más ricas y con más actitud que se recuerdan en la historia. A la altura del pop del ’66, el post-punk del ’78 al ’82 o el rock underground americano desplegado entre el ’84 y el ’88, el mundo de las “verdaderas” rimas callejeras no ha parado de caer en saco roto en pleno siglo XXI cuando más que nunca parece que, junto a la electrónica, es la ganzúa que puede abrir la cerradura que nos adentre en una puerta hacia nuevas autopista donde insuflar de vida a un mundo atestado de hypes insustanciales, revivalismo a mano armada y saqueos sin pasamontañas.
El-P, Kanye West, M.I.A., Kendrick Lamar, Frank Ocean, Danny Brown, Death Grips, Lil Wayne, Killer Mike o Pusha T. Pese a quien le pese, el hip-hop de este nuevo milenio, a pesar de alguna cosecha menor, está siendo el agarradero más consistente al que aferrarse cuando de lo que se trata es de no perder la capacidad de sorpresa y poder mirar al futuro con cierta esperanza. Por eso, desde esta serie de artículos, retrocederemos hasta época dominada por Public Enemy, Jungle Brothers, De la Soul, A Tribe Called Quest, Eric B. & Rakim, Beasty Boys, y una tanda de nombres menos conocidos, con el fin de sumergirnos en una serie de obras cuyo impacto confirmó el hip-hop como el verdadero punk de las calles; el germen de esa esperanza.
Entre las obras aquí reseñadas, intentaremos recuperar un crisol de álbumes al rebufo de los grandes clásicos, pero de igual valor. Esta decisión servirá para reafirmar la exuberancia de un caldo de cultivo de lo más granado, a día de hoy aún muy desconocido para la gran mayoría; y más con el enorme vacío periodístico que sufre esta corriente desde su mismo nacimiento -en España, durante estos últimos años, se han publicado más artículos escritos de Arcade Fire que de todos los grandes clásicos juntos del hip-hop…-.
Black power, cadenas de oro, relojes gigantes, gangsters del Bronx, millones de samplers, orgullo africano, críticas a quemarropa, un mundo nuevo de ritmos. Si con estos ingredientes no te entran ganas de coger el vinilo de Olé Olé y practicar scratching con el gramófono del abuelo es que te ha inyectado horchata en las venas… Dicho esto, comienza el tiroteo.
Eric B. & Rakim: Don’t Sweat the Technique (MCA, 1992)
La última obra de estos pioneros, Eric B., como Dj, y Rakim, como Mc, ejemplificarán la line-up característica de los primeros años de vida del hip-hop. Maestros en sus diferentes roles, la evolución llevada por este dúo irá siempre acompañada de saltos cualitativos en cada uno de su imprescindible póker de álbumes.
Los escuderos perfectos a la granada de mano lanzada por Public Enemy en 1987 por medio del incendiario Yo! Bum Rush the Show (Def jam, 1987), Eric B. & Rakim serán los únicos que podrán hacerle un poco de sombra, durante ese annus magnifucus, mediante el incunable Paid in Full (4th & B’Way/Island, 1987), una de las obras pivotales del hip-hop. Del old school avanzado de esta obra al paso de gigante tomado con el poliédrico crisol de ritmos que engrasaba el sublime Follow the Leader (Uni, 1988). Sólo por este par de coloristas ráfagas de sangre negra Eric B. & Rakim ya se habrían ganado el cielo.
No contentos con haber alumbrado dos obras repletas de himnos definitivos como “Follow the leader”, “Microphone fiend” y, sobre todo, “Lyrics of fury”,- la respuesta a los garrotazos industriales de Public Enemy- esta pareja de buscadores incansables alumbrarán dos últimos LPs para los que su impacto ya no será el mismo, aunque fenómenos extraños como éste ya entra dentro de ese terreno abonado a “misterios sin resolver.”
Dos obras decididas en su intención por ampliar las posibilidades de los samplers de Eric B. y bendecidas por un Rakim más agresivo y trepidante, si por algo adolecerán tanto Let the Rhythm Hit’them (MCA, 1990) como éste Don’t Sweat the Technique (MCA, 1992) será por no contar entre sus surcos con una colección tan clara de hits. Salvando este aspecto, en lo que respecta al resto de factores, una obra como el álbum que nos ocupa será más consistente que cualquiera de sus obras precedentes; además de mostrarlos más sabios e impredecibles que nunca.
Una hondonada de soul y jazz trepanada entre bajos de demolición y una compleja orgía de scratches y samplers de aroma industrial. En esta obra, a la postre la última del genial dúo, se nota la sana inercia por ahondar entre los tesoros pasados de la música negra, revirtiendo en unas construcciones musicales donde bajos y pianos de jazz -“Keep the beat”- conviven en perfecta armonía entre disimuladas estructuras industriales en movimiento -tremenda “Teach the children”-. Eso por no hablar por el humo sexual que desprenden piezas tan sugerentes como “Whats’ going on” o la contundencia imparable de “Know the ledge”, en la que Rakim se pone las botas mediante un acercamiento sin prejuicios a la temática gangsta-rap. El momentazo de este disco, espídicas historias de camellos y drogas en primera persona se incrustan entre un arsenal de samplers que funden la violencia anfetamínica de “Lyrics of fury” con un groove jazz, definitivamente, irresistible.
Pero hay más, entre el apocalípsis urbano disparado entre las rimas de Rakim, es imposible escapar al bichito rítmico que se escapa de puntales como la titular del disco, “Pass the hand grenade” o “The punisher.”
Pura ambrosía para el sistema nervioso. Sin duda, estamos ante una obra a redescubrir totalmente; una para la que el paso del tiempo no ha hecho sino beneficiarla borrando las señas de la fecha de caducidad; ya no existen.