Teenage Jesus & The Jerks: «Pink EP» (Migraine, 1979)

teenage jesus and the jerks foto 1Disco conformado por los dos primeros singles de Teenage Jesus & The Jerks, más dos tomas en directo, Pink EP (Migraine, 1979) es uno de los testimonios sonoros más explícitos de la no wave, junto a los de DNA o Mars, y el más representativo de esta visceral  y abrasiva banda neoyorkina.

Formados principalmente por una adolescente Lydia Lunch y el saxofonista James Chance, Teenage Jesus & The Jerks tuvieron constantes cambios de formación en sus apenas tres años de vida como banda: por sus filas pasaron gente tan importante como el batería Jim Sclavounos, luego en Sonic Youth, los Bad Seeds de Nick Cave, y The Cramps. Mientras existieron no llegaron a grabar ningún LP, pero sólo con un par de singles y EP se ganaron un billete directo hasta las más alta estancias del infierno.

 Siendo el azote a los estamentos sagrados del rock y del punk emergente, Lunch y sus compinches los atacaban con sus mismas armas -batería, guitarra, bajo- pero interpretándolos de una manera antitética: sin solos de guitarra, ni estribillos, ni cualquier conjunto de acordes que puedan recordar a una estructura rítmica dentro de los parámetros estándar, y mucho menos algo mínimamente melódico. En cambio, lo que nos mostraban Lunch y sus secuaces, era pura vanguardia sonora. Una deconstrucción total del cadáver del rock a base de un discurso sin formas aparentes y basado en toda una lección de cómo gestar un libro de estilo basado en exprimir el chorro eléctrico de las disonancias y lo atonal.

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Música como un grito primario de distorsiones esquizofrénicas llevadas al paroxismo total, en este sentido, hologramas rabiosos, como las instrumentales ‘Freud In Flop’, ‘Race Mixing’ y ‘Red Alert’,  son un perfecto adelanto de lo que llevaron a cabo poco después Sonic Youth en su reinterpretación total del lenguaje de las seis cuerdas. Dentro de este aquelarre eléctrico también hay espacio para atmósferas agobiantes a ritmo de marcha fúnebre -‘Baby Doll’-, un bajo físico como una patada en el estómago y sucio como el estiércol -‘Burning Rubber’ y trazos de post-punk deshilachado y totalmente corrompido –‘Orphans’-. Todo dentro un espíritu de libertad absoluta muy cercana al free-jazz de trazo grueso o al avant-funk promulgado por el Miles Davis eléctrico, el de la primera mitad de los ‘70. Esta colisión libre de espíritus es recogida en toda su bajeza a través de este híbrido enviciado, magnético en su choque entre abstracción y sudor metálico, cortante.

Pero donde toda esta marea de sonidos a contracorriente cobraba su significado absoluto era en sus directos, los cuales no solían pasar del cuarto de hora de duración. Tiempo más que suficiente para que emergiera el carisma apabullante de una Lunch rodeada de una banda a su medida, una formada por auténticos trepanadores del rock con ganas de carne fresca.

Si no tienes miedo al peligro, no lo dudes: Pink EP te va a hacer amar el caos por encima de todas las cosas. Amén.