The Stone Roses, divismo y conciencia obrera

¿Qué harías si no pudieras ser una estrella del pop?

“Me dedicaría a pintar, cocinar platos deliciosos… y la cocaína”.

John Squire

 

 

Los mesías enviados a finales de los ’80 para tomar el reinado de Madchester, The Stone Roses fueron el grupo designado a revivir el pop británico tras la defunción de The Smiths. Una misión imposible de conseguir, no obstante, la banda formada por Ian Brown, John Squire, Mani y Reni tenían todas las papeletas para dominar con claridad en la década que se aproximaba. Hijos naturales de Madchester, entre 1987 y 1989 su expansión marcaba un guión donde el nuevo marco estaba dispuesto: “Madchester” sustituyó el materialismo workalcoholic de los ochenta con un espíritu nuevo, cuyo nombre en clave era el término de moda del argot: “baggy”, que se usaba para la ropa holgada, la actitud relajada, el optimismo del estilo “tómate las cosas tal como vienen” y para un ritmo de baile que tenía su origen en “Funky Drummer” de James Brown”[1].

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Psicodelia y limón amargo.

Mientras sus grandes rivales de Madchester, los Happy Mondays eran auténticos delincuentes callejeros, The Stone Roses respondían más al modelo académico que había caracterizada a la generación post-punk. Esto ya se podía comprobar desde las mismas portadas de sus discos, realizadas por el guitarrista del grupo, John Squire, que había sido antiguo alumno de una de las escuelas de Bellas Artes más prestigiosas del país anglosajón y era un auténtico enamoradizo de las impresiones gráficas de Jackson Pollock. Como él mismo explicaba al respecto del nombre del grupo, los Stone Roses tenían todo muy bien pensado. Gamberros sí, pero con un plan perfectamente detallado. Así, “‘stone’ esconde un magnetismo especial. Una piedra, cuando se pulimenta, se convierte en un diamante. Lo que intentamos es hipnotizar a la gente, aunque existen personas que no tienen corazón. Están hechas de piedra”[2].

Por otro lado, si los Happy Mondays plantaron la semilla de un nuevo comienzo, que partía de su propio origen social de tono precario y, musicalmente hablando, basado en retroceder dos décadas en el tiempo, mientras se saltaban la cadena evolutiva creada por el post-punk y sus diferentes ramificaciones, The Stone Roses llegaron incluso más lejos instaurando un espíritu de rebeldía que hacía mucho tiempo que no se veía. Manchester era la nueva capital del pop, y Londres palidecía ante el ataque demoledor de las nuevas bandas de referencia de Manchester. Desligados del típico influjo de Joy Division, a pesar que los Happy Mondays llegarán a contar con Martin Hannett[3] de productor y The Stone Roses con Peter Hook, sus perspectivas musicales estaban muy alejadas de la emoción desgarradora patentada por Ian Curtis y los suyos. La nueva pauta era fundir la psicodelia del house con la de bandas como The Byrds y la reverberación hendrixiana. En este sentido, The Stone Rosas alcanzaron la alquimia perfecta en sus primeros singles y su atronador debut en largo: The Stone Roses (Silvertone, 1989). Sin ser una de las mejores obras de todos los tiempos, tal como se llegó a decir en su momento, esta sabia colisión entre dos épocas musicales y la desfachatez the stone roses foto 3madchesteriana de Ian Brown, John Squire, Mani y Reni serán la excusa perfecta para que la prensa musical británica encuentre a sus nuevos héroes. Aunque en el caso de The Stone Roses, más bien habría que aplicar el concepto de anti-héroes. Si Happy Mondays instaban mediante ‘Hallellujah’ o ’24 Hour Party People’ a un hedonismo exacerbado, lo de los Stone Roses se dirigía más bien a la egolatría en grado sumo. Así, una canción con un título tan representativo como ‘I Wanna Be Adored’ repite hasta la saciedad la máxima ambición de Ian Brown: ser adorado. Como bien expresa la letra, Brown rompe con los típicos tratos del rock con el Diablo: él no tiene que vender su alma al diablo, porque él es el Diablo: “ya está dentro de él”. Su ambición ya ha pasado a convertirse en una obligación: tiene que ser adorado, reverenciado.

‘I Wanna Be Adored’ significaba la vuelta de la controversia del rock por la puerta grande. Como en un flash de gloria instantánea, Ian Brown se había convertido en la deidad señalada para marcar los pasos en los inminentes años ‘90.

Necesitados de una irrupción de estas características, la prensa británica empezó a etiquetar a The Stone Roses como “los nuevos Smiths”. Esta etiqueta desproporcionada,  y más que errónea, empezó a convertirse en una excusa muy habitual de la prensa británica durante los noventa, cuando les interesaba sacar a la palestra a la nueva gallina de los huevos de oro. En 1989, esa gallina eran los Stone Roses, y su primer LP la obra que se llevó los elogios más apasionados desde los años increíbles de The Smiths.

El rock como química volátil, “un nuevo tipo de escena en Manchester, un mundo lejos de la imagen ‘miserabilista’ legada por la angustia de leyendas de Manchester como Joy Division y The Smiths. Es una escena en la que el gusto por la música de baile contemporánea va de la mano con un redescubrimiento de los psicodélicos años sesenta como Pink Floyd, donde un interes en las drogas como el MDMA y el LSD se encuentra con una preferencia por los pantalones vaqueros acampanados. (el cantante Ian Brown consigue sus pantalones acampanados especialmente con sus propias especificaciones expansivas, con el fin de mantenerse a la vanguardia de la manada.)”

“Con los Stone Roses se rompe la humildad que caracterizaba a las bandas del indie. Claro precedente de lo que harán en el futuro Oasis, el britpop será una ruptura de lleno con el espíritu indie”[4].

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El aura mesiánica.

Pero The Stone Roses no sólo ansiaban comerse el mundo y someterlo a su insultante dominio: su empresa partía de una conciencia de clase que poco tenía que ver con las deidades pop de los sesenta que exudaba su aura. Ellos son socialistas y lo expresan: “Somos socialistas porque pertenecemos a la clase trabajadora. No somos políticos. Solamente creemos en que la gente sea libre, pero también intentamos trabajar menos porque somos perezosos (risas). En cuanto a los problemas sociales, no tendrían que existir los pasaportes, ¡sólo un planeta! Las barreras de todos los países deberían derrumbarse en un solo mar, un solo Dios y una sola piedra[5].

Conciencia de clase y divismo exacerbado, The Stone Roses respondían a la máxima de las bandas más interesantes de la historia: ser una contradicción en sí mismas. Tal como Public Enemy, The Clash o Sly & The Family Stone, la banda de Manchester no tenía intenciones de dejar un mensaje claro y conciso. Lo que sí tenía que quedar claro es que, desde incluso antes de publicar su primer LP, ellos eran los elegidos.

“Ellos no son tímidos a la hora de hacer declaraciones como ‘somos la mejor banda de Gran Bretaña’ o ‘somos la mejor banda del mundo’. Ellos han rehusado con altivez a los ‘sound career moves’  que se les han presentado  en forma de ofertas como teloneros en giras importantes (como New Order), con el argumento de que nunca han jugado un papel secundario para cualquier banda, y tampoco tienen la intención de empezar ahora”[6].

Como ellos mismos declaran: “Lo que estamos demostrando es que no lo hacemos únicamente por el dinero. Nos gusta imponer: por eso estamos aquí. Escénicamente somos autodidactas; lo hacemos cuándo y cómo queremos”[7].

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“En directo exudan un aura casi mesiánica, algo que es perfectamente apropiado con canciones como «I Wanna Be Adored’  o ‘I’m The Resurrection’. Y donde la mayoría de los grupos indies buscan estudiadamente los puntos de referencia más arcanos en su nombre, The Stone Roses aluden descaradamente a los Beatles, Hendrix, Stones, los Sex Pistols: influencias tan vergonzosamente obvias que, por un extraño giro de una rivalidad, se convirtieron en el hip de la apoteosis. Y, por supuesto, la implicación es que los Roses son a su vez esa clase de banda. Puede que no estén muy equivocados. De hecho, su carisma es el centro de una olla estancada con los Fab Four y el sarcasmo mordaz de los Pistols; resulta sorprendente”[8].

Aún con su perfil dance, en realidad, The Stone Roses hacían lo mismo que The Jesus & Mary Chain: evocar un pasado filtrado por un embudo de actualidad independiente. Entre sus pretensiones no había ninguna intención de indicar nuevas vías de futuro, sino la clásica excusa de que “todo tiempo pasado fue mejor”.

Cómo no, ellos no pensaban lo mismo.

Mani: “Nunca nos hemos considerado un grupo de “revival”, ya que todos tenemos una personalidad bastante definida”[9].

A pesar de su clara devoción por los ’60, a diferencia del posterior britpop, en los Stone Roses había una rabia directamente heredada de los Pistols; nada que ver con las temáticas de los sesenta. No hay más que ver su opinión sobre la Reina de Inglaterra:

“Estamos totalmente hartos de la monarquía, que se lleva siempre el dinero del pueblo. La reina es la mujer más rica del mundo y lo peor de todo es que no es inglesa: es alemana. Cuando hay tanta gente viviendo pobremente por ahí, sin apenas medios de subsistencia, no es justo que haya una familia viviendo con tanto lujo… Me recuerda a Camelot (repetidas veces). La época Thatcher debería terminar. Tenemos que ser optimistas. Pero lamentablemente todavía hay gente en Inglaterra que sigue siendo estúpida”[11].

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John Squire e Ian Brown, genialidad efímera.

Ian Brown: “Si te vas a casa y escuchas ‘Bye Bye Badman’ y entonces te imaginas que es alguien cantando a un policía antidisturbios en las barricadas en París del 68, obtendrás una imagen de lo que estamos expresando. La canción es una llamada a la insurrección. Es importante que, si tienes esa agresión, poder retenerla a medida que envejece. Porque la gente se hace más suave a medida que envejece. Pero la gente como Tony Benn y Michael Foot no lo hacen. El liderazgo de la mano de obra actual no se puede comparar con ellos. De todos modos, los sindicatos se han quedado obsoletos: han sido dejados atrás, ya han servido a su propósito. Si lees los diarios Crossman o libros sobre Harold Wilson, estos te dirán que incluso cuando un gobierno laborista entra, no puede realmente cambiar el país, o poner en práctica sus propias políticas, debido a la forma creada que ya tiene el país”.

“No sé cuál es la solución para todo lo dicho. Sólo sé que hay un montón de personas que están ahí, y eso me da la inspiración”[12].

Reverenciados, en lo más alto de su inspiración, y con todo a su favor, desgraciadamente, The Stone Roses no supieron aprovechar la oportunidad que se les había presentado delante de las narices. La puerta estaba abierta, pero prefirieron encerrarse en batallas legales durante cinco largos años. Demasiado tiempo para una banda de pop.

La pereza tan característica en el ethos madchesteriano como estado natural, para cuando volvieron, Madchester ya estaba muerto. El britpop ya lo había enterrado, una criatura que, indirectamente, ellos mismos habían inspirado. Fue como ser engullido por la proyección de tu propia sombra. Pero lo peor de todo, su aura de inspiración divina se había esfumado. Los que antes marcaban los pasos ahora se habían convertido en una huella borrosa de sí mismos.

 


[1] Reynolds, Simon: Energy Flash, página 126.

[2] Jorge Albi, Ramón Noguera y Ximo Bonet: “Un solo dios, un solo amor… y una sola piedra”, Rockdelux.

[3] Obsesivo crónico del sonido de las baterías, Martin Hannett será la pieza que dará sentido total al sonido que definirá para siempre a Joy Division. Muchas veces se considerará a Martin como el Phil Spector del post-punk. Paralelismo más bien gratuito, su obsesión por las posibilidades espaciales del sonido, más bien, lo emparentan con otro espíritu indagador y tan locuaz como el gran Joe Meek; y más en concreto con I Hear A New World (Triumph, 1960), su incunable realizado junto a The Blue Men. Si el título de esta obra ya resultaba bastante revelador de su contenido, los temas que albergaba ya no dejaban lugar a la duda. Un prodigio de abstracción mutante, porciones de tan bizarras como ‘Valley Of The Saroos’, ‘Glob Waterfall’ –esta última, claro precedente del ambient desarrollado por Brian Eno- o ‘Valley Of No Return” trazan las pautas de un sonido repleto de ecos, melodías latentes, flotantes, suspendidas en el espacio. Lo más cercano a lo que un sonido pueda llegar a estar de su transmutación en visión mental: el fin máximo de los impulsos indagadores que abrasaban las neuronas de Martin.

[4] Reynolds, Simon: Bring the Noise: 20 Years of Writing About Hip Rock and Hip Hop. (Traducción del autor.)

[5] Jorge Albi, Ramón Noguera y Ximo Bonet: “Un solo dios, un solo amor… y una sola piedra”, Rockdelux.

[6] Reynolds, Simon: Bring the Noise: 20 Years of Writing About Hip Rock and Hip Hop. (Traducción del autor.)

[7] Jorge Albi, Ramón Noguera y Ximo Bonet: “Un solo dios, un solo amor… y una sola piedra”, Rockdelux.

[8] Reynolds, Simon: Bring the Noise: 20 Years of Writing About Hip Rock and Hip Hop. (Traducción del autor.)

[9] Malsonando, Victor: “The Stone Roses: resurrection rockera”, Factory, enero-marzo 1996, página 62.

[10] Ibídem, página 62.

[11] Jorge Albi, Ramón Noguera y Ximo Bonet: “Un solo dios, un solo amor… y una sola piedra”, Rockdelux.

[12] Reynolds, Simon: Bring the Noise: 20 Years of Writing About Hip Rock and Hip Hop. (Traducción del autor.)

Un comentario en «The Stone Roses, divismo y conciencia obrera»

  1. Interesante y muy recomendable artículo. Enhorabuena.
    Menudo chasco se debieron llevar cuando se les agotó la inspiración, pero, en fin, siempre les quedará el socialismo.

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