Missy Elliot: «Miss E… So Addictive»

missy elliot foto 1En estos tiempos dominados por el gran trienio formado por Kanye West, Kendrick Lamar y Frank Ocean, me viene a la cabeza con más fuerza que nunca la gran Missy Elliot. Seamos claros, ninguno de los tres arriba mencionados -y aunque me lapiden por lo que voy a soltar- cuenta con una obra tan rotunda y visionaria como su tercer LP, Miss E… So Addictive (Elektra, 2001); LP que, aunque ya tuvo suficiente bombo en su día, no está de más recordar para reivindicar la figura de Missy Elliot. Pero lo que no voy a hacer es ponerme a hablar de las sobradas cualidades de Elliot como MC y diva de soul high-tech, no. Para esta ocasión, mis necesidades apuntan a sus labores como productora. Y es que nunca debemos olvidar que su alianza con Timbaland dio con tres de las obras más fascinantes de estas dos últimas décadas: Supa Dupa Fly (Elektra, 1997), Da Real World (Elektra, 1999) y el mencionado Miss E…So Addictive, el trabajo del que nos toca hablar en el día de hoy. Como venía diciendo, estamos ante la culminación de un estado creativo en el culmen de sus posibilidades. Una obra pionera que confirmó la victoria de Elliot dentro de un mundo siempre (y tristemente) de hombres. Lo genial es que su dominio viniera de parte de una antítesis total de esa figura únicamente femenina, desde el plano focalizado por ojos masculinos, fomentada por productos como Beyonce. No, Missy no cuenta con unas curvas a medida del estereotipo sexual masculino dominante. Lo suyo es puro genio, y una visión de supremacía femenina, que relega cualquier tipo de prototipo de producto sexual encubierto al más grande de los ceros. Pero Missy no sólo es portadora de un mensaje motivacional y confrontativo para las mujeres, sino que es una auténtica druida de los ritmos. A diferencia del maximalismo colorista -¿futuro?- de Kanye West o el bucle infinito al pasado de Kendrick Lamar -¿pasado futuro?-, en su tercer LP Elliot señala su marca de salida en una reinterpretación totalmente autónoma de los momentos más audaces del Prince de Sign O’ The Times (Warner Bros, 1987) y la invención suprema de un catálogo rítmico minimal cocido desde sus mismas terminaciones nerviosas. El resultado es sorprendente, tiene implícita la frescura de la atemporalidad. Es más, desde tamaña demostración ni ella –ni por supuesto, nadie más- ha sido capaz de igualar semejante coctel de jugos cálcicos.

missy elliot foto 4

Pero lo mejor es que, tal y como merece la ocasión, nos adentremos en algunos de los hallazgos de este clásico instantáneo. Así, uno de los picos más absorbentes es ‘One Minute Man’, todo un banquete de funk estilizado, futurista, con la colaboración de Ludacris, donde Missy Elliot no se corta ni media en proclamar su dominio sobre el sexo masculino: “Wake me up, show me what you got, because i don’t want no one minute man…” [Despiértame, enséñame lo que tienes, porque no quiero un hombre de un minuto…]. Más claro, agua. Incluso más brillante es ‘Lick Shots’, sencillamente uno de los trabajos de producción más alucinantes de la historia. Todas las líneas son rítmicas, hasta los alaridos selváticos. El despliegue es tan sutil como marcial. Suena como si la vuelta a los orígenes de la Madre África hubiera dado con una nave espacial perdida en medio de la jungla. Asombroso. Sólo por esta invención este LP ya merecería una mención muy especial. Pero es que para  lo siguiente ya no hay palabras para poder definirlo. ‘Get Ur Freak On’, como decirlo sin tender a la exageración: ¿la mejor canción de lo que llevamos de siglo? Pues si no es ésta que me digan otra… Sencillamente de otro mundo. Al igual que ‘Lick Shots’, estamos ante uno de los ejemplos más sintomáticos de la química telepática entre Elliot y Timbaland. Dos genios en el pico de su intuición creativa. Cada pequeño detalle que fluye en los tejidos de esta canción, tiene una razón de ser mayor. Es como un puzzle en movimiento. Las piezas se encajan y desencajan con la fluidez de la ceremonia olímpica de Pekín. No se puede explicar de otra forma. Un corte como éste resulta muy significativo de cómo siempre se ha antepuesto la figura de Timbaland a la suya dentro del terreno de la producción. Dentro de la memoria colectiva es como si sus discos hubieran sido únicamente producidos por su compañero de inventos sonoros. Vamos, lo mismo que a Björk cuando se expande la idea de que simplemente escoge a sus productores… Si es que la finlandesa es la autora de al menos el 80% de sus trenzados instrumentales. Pues con Missy, lo mismo. Y eso que lleva dejando su inconfundible sello personal desde la mesa de mezclas desde hace ya veinte años. Entre sus trabajos más relevantes, hay algunos tan significativos como el realizado para la tristemente fallecida Aaliyah en One In A Million (Atlantic, 1996), su obra más exuberante, y auténtica semilla de todo el pop facturado desde las escarpas más aprovechables del mainstream del siglo XXI.

missy elliot foto 5
Preparando el retorno.

Pero no hay necesidad de mirar más allá de Miss E… So Addictive para seguir confirmando los valores de Elliot como una de las productoras más influyentes del siglo XXI. Ahí está ‘Old School Joint’, que toma las lecciones de Stevie Wonder y las filtra en una fantasía de dibujos animados dignas del afro-futurismo más marciano. Por su parte, ‘Take Away’ es la balada que Prince lleva sin hacer desde 1987; por si no fuera suficiente, está tejida unos ritmos dubstepizados tan sugerentes como el guante de Rita Hayworth.

‘4 My People’ es el ritmo de una jungla cibernética. Una de las grandes obras maestras de la alianza formada por Missy y Timbaland. Las texturas supuran ritmo, hasta se pueden saborear. ‘Whatcha Gon’ Do’ es otra ración de paleo-tecnología palpitante. La psicodelia del siglo XXII. Un dechado de imaginación insultante para el resto. ‘Step Off’ es soul esquelético, ingrávido pero incombustible. ‘Slap! Slap! Slap!’ es otra prueba maestra de cómo reducirlo todo al ritmo. Lo que se entiende como la idealización de una tradición dimensionada desde un portal galáctico.

Sinceramente, ahora que Missy Elliot vuelve tras una década, y que las nuevas camadas, de Kanye West a Frank Ocean, parece que la han postergado a un profundo semi olvido, no está de más estar atento, porque amigos, cuando Elliot ataca no hace prisioneros. Ya lo dice ella: “GET UR FREAK ON”.