El cine está hecho para generar sensaciones y emociones: ternura, hilaridad, tensión, miedo, tristeza y, en unos pocos casos, asco. Ese tipo de películas, hechas para hacernos retorcernos en la silla deseando apartar la mirada, generalmente suelen tener cabida únicamente en festivales especializados, ya que su circuito comercial es inexistente. Muchas veces parecen competir entre ellas por el más difícil todavía, el superarse tratando de sobrepasar el límite de lo admisible, llegando a los extremos de A Serbian Film (Srpski Film, 2010) de Srdjan Spasojevic, que levantó gran polémica en nuestro país e incluso el director del festival de Sitges fue denunciado por exhibición de pornografía infantil a raíz de una de las escenas de la película.
Pero más desapercibida para el público en general pasó una producción holandesa el año anterior, 2009, aunque no para los ávidos de cine escatológico que rápidamente la encumbraron como obra de culto. El autor, o perpetrador, de la enésima tropelía cinematográfica se llamaba, y se sigue llamando, Tom Six. En uno de estos momentos de asueto, a la criatura no se le ocurrió otra cosa más que pensar en lo que haría con los violadores de niños. Su conclusión fue que les pegaría la cara al culo de un sudoroso y orondo camionero por el resto de su vida. Pero su idea no quedó ahí, sino que la fue perfeccionando hasta llegar al concepto del ciempiés humano, The Human Centipede (2009).
Tres seres humanos unidos boca-ano formando un único tracto digestivo, ése era el punto de partida y Tom Six dedicó su tiempo a consultar su viabilidad con médicos especialistas. Desconocemos si alguno de ellos le recomendó al bueno de Tom un psiquiatra, pero quien se atrevió a contestar, una vez curado de espanto, le explicó cómo se tendría que hacer para que el engendro sobreviviese. Éste fue el pretexto para que Tom pudiese vender su obra como 100% medicamente preciso.
La primera entrega, que además iba a ser la única, nos presentaba al típico mad doctor de las películas de terror de serie B, interpretado por Dieter Laser que hacía del histrionismo su bandera. Una interpretación que produjo una gran división de opiniones, pero que bien pensado, dentro del absurdo del guion en sí, hasta tiene su gracia. El mad doctor neo nazi tras hacer la prueba con sus tres rottweiler, se decide a formar su criatura secuestrando a dos turistas y a un japonés que pasaba por allí, supongo que sacando fotos como todos. ¿Qué se puede decir de esta primera parte? Pues que pese al argumento hay que desengañarse y no deja de ser una película de terror al uso. Una vez asumido el asqueroso planteamiento inicial, veremos que realmente no se muestra prácticamente nada, y los actores están protegidos por gasas estratégicamente colocadas.
Así que Tom Six había tenido una idea que rápidamente había generado a una legión de fans, y el holandés no tardó demasiado en ver el filón y comenzar a preparar una segunda parte. Para ello prometió dar más, mucho más que en la primera entrega. ¿Cómo? Pues digamos que en el furgón de cola todavía se podían enganchar más vagones y llegar hasta doce ¿por qué no? Personalmente pienso que la mejor definición que se le podría dar a alguien que haya visto la primera parte y dude si ver la segunda, sería que esta entrega deja a la primera como un capítulo de los osos amorosos.
Todo lo que en la primera se intuía en la segunda se ve, y más, mucho más. Rodada en un acertado blanco y negro, con la única aparición del marrón, y no me pidáis más explicaciones. The Human Centipede 2 (2011) es un ejercicio de cine dentro del cine, Tom Six usa su propio éxito para presentarnos a Martin, interpretado por Laurence R. Harvey, un personaje difícilmente olvidable y prácticamente mudo, que vive obsesionado con The Human Centipede, y sueña con crear su propio ciempiés humano. En esta ocasión la película se presenta como 100% médicamente inexacta, y es curioso cómo un historia que pretende desarrollarse en un contexto de realidad, confrontándola con la ficción de la primera, resulta infinitamente más repulsiva y difícilmente soportable. Aquí Tom Six no se guarda nada, tanto es así que es casi tarea imposible conseguir una edición no censurada, debido a la infinidad de recortes que sufrió en cada uno de los países en los que salió a la venta. No es para menos, porque estamos ante una de las películas más enfermizas jamás realizadas, con un in crescendo de repulsión que no parece tener fin. Sin duda, los amantes de este tipo de cine aplaudieron hasta quedarse mancos, y Tom Six prometió una entrega final, afirmando que dejaría a la segunda como una película de Disney.
Quien haya visto la segunda, sabrá que la aseveración de Tom Six era prácticamente imposible mantenerla, y con el tiempo fue especificando que sería la más políticamente incorrecta. ¿Qué ha ocurrido con The Human Centipede 3 (2015)? Pues que el bueno de Tom se nos ha creído gracioso, y ha pretendido hacer una comedia ultragore y a la vez paródica y satírica. Un refrito que no deja contento a nadie, porque no nos engañemos, quien ve esta tercera parte busca algo que no da, salvo en un par de escenas que son casi dos islotes. Eso sí, hay que reconocerle que el hombre se esforzó hasta hacer crecer a su ciempiés hasta el absurdo: 500 personas haciendo el trenecito. Si la segunda era cine dentro del cine, esta tercera es cine dentro del cine que está dentro del cine, porque retoma la misma premisa y en esta ocasión son el alcaide de una prisión y su ayudante los que ven The Human Centipede 2 al inicio de la película. Por cierto, que el alcalde es Dieter Laser y su ayudante Laurence R. Harvey, los dos anteriores protagonistas, que ya es raro que no se reconozcan al verse en las películas… Ah, que también aparecerá por allí Tom Six, requerido por el ayudante del alcaide, ofreciendo su macabra idea como solución al saturado sistema penitenciario estadounidense.
Lo dicho, la película pretende ser una sátira, una crítica, pero, amigo Tom, para esto no vales y por eso la tercera parte se queda en tierra de nadie. Entre sus logros está un Dieter Laser todavía más histriónico que en la entrega inicial, llegando a extremos difícilmente soportables por un ser humano, no sé si pretende ser paródico, pero la verdad es que se queda en ridículo. Lo único acertado de esta entrega es la abrasadora atmósfera, con cálidos tonos y un ambiente sudoroso que desprende calor por los cuatro costados. De lo otro, poco queda, así que ahora tenemos a Tom Six haciendo lo que mejor sabe hacer: prometer que la siguiente será la película más enfermiza de la historia. No en vano, es de lo que vive este hombre.
Lo he leido antes de comer y me ha dado hambre, ahora escuchare un poco de coprofagia de def con 2 y a la pitanza!