Clonación. Un apunte de 1997

La unidad del alma, es decir, la individualidad humana, ha sufrido en las últimas décadas daños irreparables con inventos como el suero de la verdad, que supone una violación a la voluntad humana. Los lavados de cerebro e incluso los antidepresivos, cuya función radica en cambiar el estado anímico del paciente, son otro ejemplo de atentado contra el individuo. Con el método de clonación corremos el peligro de traspasar la línea que nos ha de llevar a la deshumanización total.

Algunos gobiernos ya se han puesto en marcha por lo que se refiere a la creación de leyes para prevenir la clonación en seres humanos, algunos países ya cuentan con ellas. Pero ¿quién garantiza que no se lleven a cabo clonaciones con personas?

Ahora la cuestión no radica tanto en si la clonación es éticamente correcta o no, incluso con animales (recordemos que el hombre es un animal racional). Aunque, por supuesto, es moralmente inaceptable. La cuestión es que la clonación ha dejado de ser un mero sueño de ciencia ficción para convertirse en una realidad. Así, pues, el problema se centra en que ya se puede realizar una clonación con seres humanos (y, por tanto, que indefectiblemente se hará). Si se le quita a un hombre su individualidad, ¿no se la está quitando a todos? La existencia de clones nos da la respuesta a la pregunta: «¿hay alma?». Desde luego, a partir de ahora no.

Por último quisiera hacer una pregunta a la que yo no he hallado respuesta: ¿qué pasaría si alguien encontrase un pelo de Cristo?

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