Cuando se recibió la noticia de que los suecos Cult of Luna volvería a ofrecernos su post metal con un nuevo disco, de nombre Mariner (Indie, 2016), no podíamos más que frotarnos las manos ya que su anterior larga duración, Vertikal, sin duda se encuentra entre lo mejor que ha dado este siglo dentro del panorama metal. Pese a todo, debemos decir que es una vuelta a medias, porque lo que nos encontramos en Mariner es una colaboración entre la banda de Umea y Julie Christmas, cantante neoyorquina de bandas como Battle of Mice, Made Out of Babies o Spylacopa.
Según palabras de los propios Cult of Luna, la colaboración se produjo de forma algo peculiar, ya que los suecos creaban el fondo musical para, posteriormente, ser Julie la que incorporase sus partes vocales con total libertad, sin límites ni restricciones.
El adelanto de Mariner no pudo ser mejor con The Greater Call, tema que abre el disco y que pudimos disfrutar antes de la salida del disco. El primer encontronazo con The Greater Call no podía ser más positivo, ya que en sus engranajes encontrábamos a unos Cult of Luna en estado de gracia, tocados por una varita que les permite casi dar lecciones con cada tema sin pretenderlo. Un inicio pausado que nos mece en un océano sónico, donde los Luna son unos absolutos maestros, son el preludio perfecto para que estalle la voz de Johannes Persson, tan desgarrada como en Vertikal, y es entonces cuando la voz de Christmas tiene sentido como contrapunto a la ferocidad mostrada por la banda. Más de 8 minutos gloriosos del que será uno de los grandes temas del año, en los que la maquinaria sueca nos vuelve a aplastar y lo que parecía ser un preludio de otra obra maestra.
Eso sucedería si el resto del álbum se acercase al nivel de The Greater Call. Desgraciadamente eso no es así y, siguiendo la temática del álbum, el resto de las composiciones navega en aguas turbulentas, pero no por la dureza sónica, sino por la dificultad que encontramos para unir la voz de la cantante con Cult of Luna. No es que sean malas composiciones, todo lo contrario, en ellas podemos rescatar muchos pasajes notables, pero es el todo lo que no acaba de funcionar al 100%. Esa sensación de querer apartar a Julie no es nada agradable, pero llega a ser hasta inevitable salvo, quizá, en Chevron, donde se desata como no lo vuelve a hacer en el resto del disco, ahí sí que llega a sonar cohesionado, no en vano la voz entre gutural y shriek de Johannes no está ahí por casualidad.
Cinco temas de duración kilométrica (entre ocho y quince minutos) que dejan el sabor agridulce de lo que pudo haber sido pero se quedó en el intento. El resumen sería: un gran tema, un buen disco y esperamos volver a ver a Cult of Luna encerrados en el estudio para hacer lo que mejor saben hacer: crear parajes sonoros que nos arrastren hacia nuevos escenarios.
Grandiosa descripción y análisis que nos brindan de lo que es el album, interesante propuesta que quiere dar como mensaje de parte del interprete.