“Juntos conquistamos cimas en los 80 que, puedo decir con humildad, quizás nunca más puedan ser igualadas. Reformulamos el negocio musical para siempre”.
Quincy Jones
En 1979 Michael Jackson cumple 21 años. Este hecho le permite rescindir el contrato que le retenía artísticamente a su padre. Esta nueva situación le dio alas a Michael, hasta el punto de demostrar al mundo entero que ‘Don’t Stop ‘Til You Get Enough’ no era sino la piedra más brillante de la corona que tenía preparada: Off The Wall.
Grabado entre diciembre de 1978 y junio de 1979, Michael sabía que tenía que aprovechar al máximo su alianza con Quincy Jones. Estaba ante la gran oportunidad para poder emprender su vuelo en solitario y no la pensaba dejar pasar. En todo el tiempo que estuvo trabajando Michael, hay una cosa que tenía muy clara: “Yo no quería que Off the Wall sonara como un disco de descartes de Destiny. Es por eso que quería contratar a un productor externo que no viniera a este proyecto con las nociones preconcebidas acerca de cómo debía sonar. También necesitaba a alguien con un buen oído para ayudarme a elegir el material, porque yo no tenía el tiempo suficiente para escribir las dos partes de las canciones y poder sentirme orgulloso. Yo sabía que el público esperaba más de dos buenos singles de un álbum, sobre todo en las discotecas con sus cortes extendidos. Quería que los aficionados se sintieran satisfechos”[1].
A Michael le obsesionaba la idea de tomar tierra con respecto a su trayectoria dentro de los Jacksons. No iba a parar hasta lograr un sonido que fuera absolutamente propio, en el que no se pudiera reconocer a la banda familiar: “Quincy y yo hablamos de Off The Wall y planeamos cuidadosamente el tipo de sonido que queríamos. Cuando él me preguntó lo que más quería que sucediera en el estudio, le dije: ‘Tenemos que hacer que suene diferente de los Jacksons’. Palabras duras de escupir, teniendo en cuenta lo difícil que habíamos trabajado para convertirnos en los Jacksons. Pero Quincy sabía lo que quería decir, y juntos creamos un álbum que reflejó nuestra meta”[2].
El hecho de que dos personalidades con el ego de Quincy y Michael estuvieran trabajando juntos sólo podía derivar en dos cosas: un choque brillante o una atmósfera de trabajo tan cargada que los celos se impusieran en la forma de enfocar el disco.
Quincy Jones: “¡Ésa sí que es buena! Claro que no. He trabajado con Louis Armstrong, Frank Sinatra, Nat King Cole, Billie Holiday, Aretha Franklin y, sobre todo, Ray Charles… ¿Cree que podría sentir celos de Michael Jackson? Michael no tenía tanto talento. Era grande, pero no jugaba en la liga de los que acabo de citar. He tenido siete hijos y participado en 40 películas. No tengo tiempo que perder en tonterías”[3].
Para las sesiones, Quincy se trajo una cohorte rutilante de músicos. La idea era contar con los mejores. Quincy y Michael entendían la construcción musical siempre desde un prisma de virtuosismo controlado. Los derroches de técnica no entraban dentro de su concepción. Ellos entendían que cada uno de los músicos necesitaba un margen de libertad, pero su función básica era la de ser una pieza más dentro del engranaje dispuesto. El resultado final no podía tener abolladuras, ni salidas de tono. El galvanizado tenía relucir uniforme. Para que todo funcionara según lo deseado, la nómina de músicos dispuesta fue de las que quitan el hipo.
Michael: “Teníamos a Louis ‘Thunder Thumbs’ Johnson, que había trabajado con Quincy en los álbumes de The Brothers Johnson. También teníamos un equipo de estrellas con Wah Wah Watson, Marlo Henderson, David Williams y Larry Carlton de los Crusaders. George Duke, Phil Upchurch, y Richard Heath fueron seleccionados entre la crema de la cosecha del jazz / funk. Sin embargo, nunca dejaron caer que tal vez esta música era un poco diferente a lo que estaban acostumbrados. Quincy y yo teníamos una buena relación de trabajo, así que compartimos responsabilidades y nos consultábamos constantemente”[4].
“La primera idea era grabar a la antigua, es decir, tocando todos los músicos a la vez, incluso la voz de Michael se grabaría en la toma. Quincy Jones siempre fue partidario de este método. El ‘L.A. Is My Lady’ de Fran k Sinatra, por ejemplo, se grabó de esta manera. Michael también estaba entusiasmado, pero parece ser que al final ni una sola de las canciones se grabó así. De hecho, las diferentes secciones de la orquestación -ritmo, cuerda, metal…- se grabaron en estudios diferentes”.
“En cualquier caso, Off The Wall no es precisamente un discos de laboratorio. La sensación que da es de que, a diferencia de los álbumes posteriores de Michael Jackson, se evito en lo posible recargarlo de efectos y trucos de estudio. Y ese fue uno de sus grandes aciertos. Siendo esencialmente un álbum muy pop con muchas canciones discotequeras, Off The Wall tenía una gran categoría y daba la impresión de que era un proyecto muy serio”[5].
Quincy Jones: “Saqué adelante mi equipo ‘Equipo-A’, capitaneado por Rod Temperton, uno de los mejores compositores que ha habido nunca. Nos embarcamos en hacer Off the Wall. Simplemente me encantó trabajar con Michael. Era tan tímido que tenía que sentarse y cantar detrás del sofá, de espaldas a mí, mientras me sentaba allí con mis manos sobre los ojos con las luces apagadas. Tratamos todo tipo de trucos que había aprendido a lo largo de los años para que le ayudaran en su crecimiento artístico. Por ejemplo, dejar caer las teclas sólo una tercera menor para darle flexibilidad y una gama más madura en los registros superiores e inferiores, aparte de unos cuantos cambios de tempo”.
“También traté de dirigirle hacia canciones con más profundidad, algunas de ellas acerca de las relaciones reales.[…] Seth Riggs, un entrenador vocal, le dio ejercicios de calentamiento enérgicos para ampliar su rango superior e inferior, de por lo menos una cuarta, que yo necesitaba desesperadamente para conseguir que funcionara el drama vocal. Mientras nos adentrábamos en la batalla, nos acercamos a ese registro”[6].
Como bien dijo Quincy, uno de sus grandes hombres de confianza era Rod Temperton. Rápidamente, Michael se dejó contagiar por el espectro de seguridad que Rod desprendía en sus composiciones.
Michael: “Rod era un espíritu afín en muchos sentidos. Al igual que yo, se sentía más cómodo cantando y escribiendo en casa sobre la vida nocturna que realmente salir y vivirla. Siempre me sorprende cuando la gente asume que algo que un artista ha creado se basa en una verdadera experiencia o refleja su propio estilo de vida. A menudo, nada podría estar más lejos de la verdad. Sé que, a veces, me baso en mis propias experiencias, pero yo también escucho y leo las cosas que desencadenan la idea para una canción. La imaginación de un artista es su mejor herramienta. Se puede crear un estado de ánimo o la sensación de que la gente quiere tener algo así como el transporte a un lugar completamente diferente”[7].
Si Michael congenió pronto con Rod, éste último había encontrado un filón en Michael. Desde el primer momento, Rod se dio cuenta de las enormes posibilidades que tenían sus composiciones en la voz de Michael.
Rod: “Siempre se colocaba en la parte superior del beat y realmente empujaba a lo largo para darle mucha melodía. Mientras escribía para él, yo sabía que él amaba las canciones con una melodía fuerte, las conformadas por un montón de notas cortas en ella. La otra cosa que noté acerca de Michael es que se enamoraba de una gran cantidad de armonías vocales de la canción. Eso es algo en lo que yo también me incluyo. Siempre he tratado de hacer que las palabras se fundan en la melodía”[8].
Aparte de la enorme influencia en el resultado final, el equipo formado para Off The Wall también contaba con otra pieza básica: el ingeniero de sonido Bruce Swedien. Viejo conocido de Quincy, sus andanzas ya tenían una historia que partía de hace tiempo.
Quincy Jones: “Al principio de mi carrera me encontré con un joven amigo en los Universal Studios de Chicago con el nombre de Bruce Swedien, que parecía compartir mi entusiasmo en la creación de música grabada que se originaba en nuestra propia imaginación. Hemos sido almas gemelas desde entonces”[9].
Con todo el equipo necesario, Off The Wall fue perfilándose con exactitud milimétrica. La fábrica de hits funcionaba a pleno pulmón. Sin embargo, nadie podía imaginarse el efecto expansivo que iba a tener la asombrosa criatura que estaban gestando.
La incertidumbre reducía la presión. Todo fluía con total naturalidad.
Michael: “En el estudio, Quincy permitió un poco de libertad a los arreglistas y los músicos para poder expresarse, tal vez con la excepción de los arreglos orquestales, que son su fuerte”[10].
Quincy Jones: “Si alguien dice que sabía que ese álbum iba a ser un gran éxito, está mintiendo descaradamente. No teníamos ni idea que Off The Wall iba a ser tan exitoso, pero estábamos encantados. Michael se había trasladado del reino del pop dulce y había plantado su bandera en el medio del pulso musical de los 80. Pero creo que ninguno de nosotros estaba preparado para lo que vino después”[11].
El trabajo se hacía sin tan elevadas expectativas, pero el proceso era tan meticuloso que resulta imposible evitar pensar que el equipo de trabajo no fuera consciente de que estaban reescribiendo la historia.
Quincy Jones: “Bueno, teníamos grandes secciones de ritmo, que era lo que hacíamos primero. Hacíamos lo que llamamos ‘Polaroids’. Debimos de fijarnos en unas 600 o 700 canciones. Cuando consigues una canción que sientes que te gusta, la construyes con una sección rítmica para poder tener la base. Luego, escuchábamos a Michael cantar un par de tomas, tal vez con un par de líneas de fondo para ver cómo se sostenía, para que pudiera ver lo que podría ser y no estar perdiendo el tiempo. A eso lo llamamos ‘Polaroids’. Entonces, cuando algo se pega, lo desarrollas aún más y entras con las líneas de fondo, los vientos, los sintetizadores o cualquier otra cosa que vayas a utilizar desde el fondo”[12].
Off The Wall no se trataba únicamente de un gran trabajo de orfebrería. Las intenciones iban más lejos. Michael estaba muy influido por la esencia comunitaria, sin restricciones, de la música disco. Que un disco de unos blanquitos, como los Bee Gees, se hubiera convertido en el gran éxito de la música disco no era una ironía, sino la cumbre del mismo concepto interracial que daba sentido a la música disco.
Michael quería servirse de la liturgia de la música disco para ahuyentar su miedo atroz a no gustarle a la gente. Necesitaba ser un catalizador de corrientes. Y Off The Wall fue el medio más honesto de toda su carrera para lograr este propósito.
“Michael Jackson trajo consigo en este álbum todos los elementos de la música negra que estaban de moda. Jackson estaba especialmente comprometido con las convenciones de la música disco y el funk, para ‘Do Not Stop ‘Til You Get Enough’ expresó los diversos niveles de la libertad: sexual, de género, social y étnica. De acuerdo con Smokey Robinson (1989), ‘la música negra en Estados Unidos siempre ha tendido la mano a todo el mundo’. ‘Do Not Stop’ se mantiene fiel a este ideal: nos lanza, nos alienta a bailar juntos. En otras palabras, se fomenta la creación de nuevas comunidades. Así, Jackson fue capaz de llevar a cabo estos convenios, con el fin de expresar el valor social de crear comunidad entre grupos dispares”[13].
Con tales pretensiones, queda claro que, pese a las dudas sobre cómo iba a funcionar, Off The Wall había sido cocinado para transcender. Nada más publicarse, sería la culminación de ‘Don’t Stop ‘Til You Get Enough’. El mítico crítico Barney Hoskyns lo vio muy claro.
“En septiembre de 1979, mi amigo Davitt Sigerson (en ese momento, un excelente escritor blanco que escribía sobre música negra; después, el director de Island Records de los Estados Unidos; y, más tarde, el autor de la excelente novela “Faithful”) me pasó una copia de “Off The Wall” (1979) antes de que se editara y me dijo que ese disco iba a hacer de Michael Jackson una superestrella”.
“La tapa no prometía mucho. El título del disco, “Off The Wall”, expresión que en inglés quiere decir excéntrico, remitía a lo inesperado, lo inusual, pero, con su esmoquin y su peinado afro, el chico adorable que había liderado The Jackson 5 tenía un aspecto tan estrafalario como el de un estudiante camino a su baile de graduación. ¿Qué diferencia podía marcar este álbum, grabado después de varios años deslucidos de los Jacksons pos-Jackson 5, en una carrera que parecía candidata segura a extinguirse en el semianonimato sufrido por tantos cantantes de soul de los años setenta?”.
“Escuchar una sola vez “Don’t Stop ‘Til You Get Enough”, el primer tema, funky y electrizante, bastaba para saber que Sigerson tenía razón. Una mezcla tóxica de metales y vientos punzantes, percusión latina ultrasincopada, y los propios grititos de falsete febriles de Jackson. “Don’t Stop…” catapultó la música dance negra hacia una nueva dimensión, a una velocidad endemoniada. Todo el mundo de coreografías heroicas en el que hoy vivimos –desde Prince y Madonna hasta Britney y Beyoncé– sin duda tiene allí su inicio”.
“Michael había sido siempre la estrella en los Jackson 5: lindo como un pimpollo, de una coquetería propia de alguien de más edad, con un control completo del escenario. ¿Quién podía imaginar entonces que detrás de esa experta sincronización y esa gracia sin esfuerzo se desplegaba un régimen abusivo? Los hermanos parecían tan condenadamente felices… Incluso cuando Michael entró en la pubertad y la adolescencia, y su figura pequeña se estiró y adquirió miembros largos y desgarbados, seguía siendo magnético”.
“Jackson no fue un innovador. No influyó en el desarrollo de la música pop afroamericana como lo hicieron James Brown, Stevie Wonder, Sly Stone, Jimi Hendrix o Prince. Lo que Michael Jackson poseía era una visión de lo que podía ser un entertainer afroamericano; de Berry Gordy tomó la idea de confeccionar un pop negro para adolescentes blancos y hacerlo global: una estrella híbrida rutilante que empequeñecería incluso a Elvis Presley”.
“La unión con Quincy Jones era el evento catalizador que Michael necesitaba para dejar atrás a sus hermanos; para enlazar las distintas corrientes del pop negro en una marca distintiva irresistible, utilizando la crema y nata de los músicos de estudio y los técnicos de Los Ángeles. Al mezclar las influencias melódicas de los iconos de Motown, Stevie, Marvin y Smokey, con la sensibilidad de Heatwave y de The Brothers Johnson, Jackson y Jones copilotaron un álbum que tenía algo para ofrecerle a cada oyente: la propulsión extática de “Don‘t Stop…”, el groove espeso de “Rock With You”, la abyección llorona de “She‘s Out Of My Life”. Al final de la era disco de los setenta, “Off The Wall” sentó un punto de referencia para la década de los ochenta”[14].
[1] Jackson, Michael: Moonwalk, página 138.
[2] Ibídem, página 140.
[3] Seisdedos, Iker: “Michael Jackson no tenía tanto talento”, El País.
[4] Jackson, Michael: Moonwalk, página 140.
[5] Godes, Patricia y Ramón: Michael Jackson: el Legado Artístico de un Artista Controvertido, página 111.
[6] Jones, Quincy: “We made history together”, Pop & Hiss. (Traducción del autor.)
[7] Jackson, Michael: Moonwalk, página 140.
[8] Jones, Quincy: “We made history together”, Pop & Hiss. (Traducción del autor.)
[9] Maynard, Gareth: “The man who recorded Michael Jackson”, The King Of Sound. (Traducción del autor.)
[10] Jackson, Michael: Moonwalk, página 141.
[11] Abre los Ojos: “Michael Jackson según Quincy Jones”.
[12] Jackson, Blair: “Mix interview”, Mix. (Traducción del autor.)
[13] Sidney Bayer, Konrad: “The Semiosis of Soul: Michael Jackson’s Use of Popular Music Conventions”, página 49. (Traducción del autor.)
[14] Hoskyns, Barney: Jackonismo, página 49.