«Los guardianes de la libertad»: manufacturando consentimiento (I)

En su ensayo Los guardianes de la libertad, Edward S. Herman y Noam Chomsky analizan un modelo de propagada que aplican al proceder de los medios de comunicación en Estados Unidos[1]. Según él, este modelo de propaganda que utilizan los grandes medios de comunicación sirve a los intereses especiales del gobierno y las corporaciones. Herman y Chomsky toman el término “fabricación de consenso” de Walter Lippmann, quien lo introdujo en los años veinte y quien sostuvo que la propaganda había devenido un “órgano regular del gobierno popular.”[2] Herman y Chomsky afirman que, a pesar de que la propaganda no es el único objetivo de los medios de comunicación, la actividad propagandística es “uno de los aspectos más relevantes de su cometido.”[3]

Según Chomsky, el control de pensamiento se halla en la esencia de la democracia[4], más aún que en el totalitarismo, a pesar de que la propaganda desempeñó un papel muy importante en éste. Se trata, sin embargo, de un adoctrinamiento diferente de aquel del totalitarismo, puesto que la democracia no tiene “porra” con la que someter a la gente. El control se realiza, por el contrario, produciendo consentimiento.

Herman y Chomsky argumentan que aunque “según el postulado democrático, los medios de comunicación son independientes y tienen la obligación de descubrir la verdad e informar de ella, y no reflejar pura y simplemente la percepción del mundo que desearían los grupos de poder”[5] no sólo no siempre es así, sino que este modo de actuación no es la norma. Los medios de comunicación están a menudo controlados por grandes empresas, por individuos muy ricos o por el gobierno, y la censura o autocensura, ya sea por parte de los periodistas o por los responsables de alto nivel, se revela como una constante.

Ambos autores compilan una serie de filtros o fuerzas de este modelo de propaganda que encauzan la información en los medios de comunicación, seleccionando noticias, temas, etc., y que ayudan a fabricar consentimiento. Los filtros que operan en los medios de comunicación estadounidenses son los siguientes[6]:

1)    La envergadura, la concentración de propiedad y la orientación de los beneficios de las empresas dominantes en los medios de comunicación

2)    La publicidad como fuente principal de ingresos de dichos medios

3)    La dependencia de los medios de la información proporcionada por el gobierno, las empresas y los “expertos”

4)    Las “contramedidas” y correctivos diversos como método para disciplinar a los medios de comunicación

5)    El “anticomunismo”

El primer filtro se refiere a la concentración de la propiedad de los grandes medios de comunicación, que están en manos de empresas o individuos poderosos y cuya filosofía se basa en el beneficio, lo que hace que dejen de lado aspectos sociales y se decanten por el entretenimiento. Por otro lado, los medios de comunicación exigen una gran inversión – este fenómeno empezó a darse ya en el siglo XIX –[7], que no pueden soportar todos los propietarios, lo que incita a la absorción e implica una mayor concentración de propiedad en los medios. Los grandes medios de comunicación tienen intereses comunes con otras grandes empresas, con los bancos, así como con el gobierno[8]. Debido al vínculo existente entre los medios de comunicación con otras empresas y con el gobierno, los primeros tienen que ser muy cautos en sus actuaciones para no perder sus buenas relaciones, por ejemplo, con los anunciantes, o bien para protegerse de pleitos.

El segundo filtro se refiere al beneplácito de la publicidad. Los grandes medios de comunicación dependen económicamente en gran parte de los anunciantes, es decir, de otras empresas que compran espacio publicitario. Son ellos los que en última instancia pagan los programas[9], por lo que ejercen un gran poder sobre la programación. Los medios de comunicación deben complacer a los anunciantes o, por lo menos, no enojarlos. La información que los grandes medios de comunicación difunden depende en parte del beneplácito de las empresas que en ellos se publicitan y por ello está muy lejos de ser neutral. El comprador, esto es, el público, no es el que decide en última instancia, sino el vendedor:

“Con la publicidad, el mercado libre no ofrece un sistema neutral en el cual finalmente decide el comprador.”[10]

Esta situación de dependencia económica hace que los medios de comunicación no puedan ser críticos con sus anunciantes y sus productos. En este escenario en el que los intereses económicos de las empresas de comunicación, así como los de los anunciantes predominan, ¿qué espacio queda para la verdad y el derecho del público a conocerla?  ¿Cómo puede preservarse el derecho a saber?

Jane Akre y Steve Wilson, periodistas de investigación, fueron contratados por la cadena Fox para realizar un programa de investigación, cuyo propósito, según el espot promocional del mismo era descubrir la verdad, obtener resultados y proteger a la audiencia[11]. La primera investigación se ocupaba sobre la hormona de crecimiento bovino que la empresa Monsanto había conseguido introducir en el mercado, gracias a la aprobación de la FDA (Food and Drug Administration), a pesar de las pocas y, por lo visto manipuladas, pruebas realizadas al producto. En su investigación ambos periodistas averiguaron que el ministerio de salud de Canadá no había aprobado la comercialización de la hormona, debido a que consideraba que ésta podía suponer un riesgo para la salud humana y provocar cáncer. El reportaje de Akre y Wilson contenía las declaraciones de ambas partes. Una vez finalizado, la cadena anunció su emisión. Pero días antes de ésta, Fox recibió una carta de un abogado de Monsanto advirtiendo acerca de las repercusiones que conllevaría para la cadena la emisión del reportaje. Por lo que Fox decidió aplazar la retransmisión del mismo y revisar el reportaje. Días más tarde la Fox recibe otra carta con un tono más duro que hablaba de “graves consecuencias para la cadena de noticias Fox en Florida”[12]. Los directivos de Fox empezaron a tener miedo. Monsanto podría demandarlos o retirar la publicidad de sus cadenas, lo que supondría una pérdida de miles de millones de dólares. Así que el director del programa propuso a los dos periodistas que rescribieran el reportaje ayudados por los abogados de la cadena. Steve Wilson argumentó que el reportaje era noticia, que la gente tenía que saber acerca de los peligros de la hormona. El director contestó lo siguiente: “Somos nosotros los que decidimos qué es noticia. Las noticias son lo que nosotros queremos.”[13] Wilson se negó y el director amenazó con despedirlo. A lo que el periodista contestó que iría al colegio de periodistas y diría que lo han despedido por negarse a mentir. Al cabo de unos días el director había cambiado la táctica y les propuso darles dinero para que se marcharan. Tan sólo debían firmar un contrato en el que se estipulaba que no podrían vender el reportaje a ninguna otra cadena, ni hablar del reportaje, de la Fox o de Monsanto, así como del producto y de los riesgos que éste comportaba para la sociedad. Wilson pidió al director del programa que le enviara el contrato y una vez éste fue enviado, no lo firmó. La cadena, viendo que no podía comprarlos, hizo que rescribieran el reportaje una y otra vez bajo la supervisión de sus abogados, minimizando toda crítica a Monsanto y a su producto, y eliminando, por ejemplo, la palabra «cáncer». La revisión del reportaje duró 8 meses,  fue rescrito un total de 83 veces y no llegó nunca a emitirse. La cadena acabó despidiendo a los periodistas “sin motivo”. Akre denunció a la cadena amparada en la ley de Florida que protege a aquellos que intentan impedir que otros violen la ley. A pesar de que en un primer momento Akre ganó el juicio y obtuvo una indemnización, Fox apeló contando con el apoyo de otras empresas de medios de comunicación. Finalmente el caso se cerró, teniendo Akre que devolver el importe de la indemnización. Los jueces del Tribunal Superior decidieron que falsificar noticias no va contra la ley[14].

El tercer filtro consiste en el suministro de noticias a los medios de comunicación por parte de grandes empresas o del gobierno. Éstos son considerados fuentes informativas fiables y “objetivas” y suministran informaciones regularmente[15]. Los proveedores cuentan asimismo con un buen número de expertos que, a menudo, exponen los puntos de vista de aquellos para los que trabajan. Las fuentes de información no rutinarias,  independientes y/o críticas tienen que luchar por encontrar un espacio en los medios[16] y no son siempre tenidos en cuenta, debido a falta de tiempo para contrastarlas con las noticias de fuentes ordinarias, o por miedo a la reacción de éstas:

“Las fuentes de información críticas se pueden evitar no sólo porque estén menos a mano y por los elevados costes para determinar la verosimilitud de las mismas, sino también porque las fuentes de información principales pueden ofenderse e incluso amenazar a los medios de comunicación que se hagan eco de ellas.”[17]

Todo esto hace que las noticias y la información que los medios distribuyen esté concentrada en unas pocas fuentes, que suelen ser las de elementos poderosos (gobierno y grandes empresas).

El cuarto filtro se refiere a las respuestas críticas de elementos poderosos que reciben los medios de comunicación. Las respuestas pueden ser directas – cartas, llamadas telefónicas, etc. – o indirectas – quejas ante la propia audiencia, retirada de publicidad, financiación de campañas políticas de derechas, etc. – .[18] Las respuestas críticas pueden traducirse en forma de consejos, advertencias, amenazas, pudiendo llegar incluso al homicidio[19].

“El gobierno es uno de los mayores productores de estas respuestas críticas, que ataca, amenaza y “corrige” habitualmente a los medios de comunicación, e intenta poner freno a cualquier desviación de la línea establecida.”[20]

El quinto filtro es el anticomunismo que en los medios de comunicación de Estados Unidos actúa como movilización de la población contra un enemigo común[21]. Por su carácter amplio puede englobar a todas aquellas personas de izquierdas, ya sean comunistas, socialistas o anarquistas. El anticomunismo ayuda a “fragmentar los movimientos obreros y de izquierdas, y actúa como mecanismo de control político.”[22]

Todos estos filtros afectan a la libertad, ya sea a la de los profesionales, debido a la censura/autocensura y a la de los ciudadanos, porque minimiza su libertad del conocimiento, como apunta Ben Bagdikian al afirmar que “sustrae a la opinión pública la oportunidad de entender el mundo real”[23]. Se coarta la libertad, pues, en pro de los intereses especiales predominantes:

“El modelo de propaganda deja entrever que el “propósito social” de los medios de comunicación es el de inculcar y defender el orden del día económico, social y político de los grupos privilegiados que dominan el Estado y la sociedad del país.”[24]

Debemos señalar que, a pesar de que el estudio de Herman y Chomsky se centra en los medios estadounidenses, no resulta difícil encontrar paralelismos y similitudes en los medios europeos.



[1] Herman, Edward S. , Chomsky, Noam: Los guardianes de la libertad, página 11

[2] Ibídem, página 13

[3] Ibídem, página 13

[4] Achbar, Mark y Wintonick, Peter: Manufacturing Consent. Part One. Thought Control in a Democratic Society

[5] Herman, Edward S. , Chomsky, Noam: Los guardianes de la libertad, página 11

[6] Ibídem, página 22

[7] Ibídem, página 26

[8] Ibídem, página 40

[9] Ibídem, página 46

[10] Ibídem, página 43

[11] Achbar, Mark, Abbot, Jennifer y Bakan, Joel: The Corporation

[12] Ibídem

[13] Ibídem

[14] Ibídem

[15] Herman, Edward S. , Chomsky, Noam: Los guardianes de la libertad, página 51

[16] Ibídem, página 56

[17] Ibídem, página 57

[18] Ibídem, páginas 63-64

[19] En los últimos años se han dado en Rusia varios casos de asesinatos de periodistas, el más conocido fue el de Anna Polikowskaja

[20] Herman, Edward S. , Chomsky, Noam: Los guardianes de la libertad, página 68

[21] Ibídem, página 68

[22] Ibídem, página 68

[23] Ibídem, página 349

[24] Ibídem, página 341