Bruno Schleinstein era hijo de una prostituta. Nacido en Friedrichschain, Alemania, pasó casi toda su niñez y adolescencia en instituciones mentales, sufriendo además maltrato. Prácticamente apartado de la sociedad, demostró tener un innato talento natural para la música y solía tocar baladas similares a los de los siglos 18 y 19. Posteriormente apareció en un documental, cuando Werner Herzog lo vio, decidió que debería protagonizar su siguiente película.
El Enigma de Gaspar Hauser (Kaspar Hauser – Jeder für sich und Gott gegen alle, 1974) fue el título, y en ella Bruno Schleinstein, conocido como Bruno S., destacaba por su actuación, tremendamente natural seguramente propiciada por estar ante una película autobiográfica. El encuentro entre Bruno y Herzog, bien pensado, era algo casi natural ya que Bruno era prácticamente la encarnación del atormentado protagonista que Herzog solía describir en sus películas, siempre alejado de la realidad.
Es por eso que una segunda colaboración no se hizo esperar demasiado, y de nuevo la vida de Bruno sería protagonista, aunque no de forma tan directa ya que más que retratar su vida se basaría en ella. Stroszek (Stroszek, 1977), en la que Bruno S. pasaba a ser Bruno Stroszek, de origen húngaro, y la historia comenzaba con su salida de prisión por actos derivados de su adicción al alcohol que vendría a ser el símil a sus pasos por instituciones mentales. Fuera conoce a Eva, que ejerce de prostituta y casi de figura materna, y al viejo Scheitz. Eva es acosada por dos proxenetas, quienes acaban también poniendo el foco de su ira en Bruno llegando a entrar en su casa para humillarle. Casa, por cierto, que era la real de Bruno S. al igual que los instrumentos musicales que usa durante la película.
La única salvación parece irse de aquel entorno y Scheitz les dice que tiene un sobrino en Estados Unidos. Así que los tres emigran, pero tanto Bruno como Scheitz se encuentran con la barrera idiomática y con su nula voluntad de integrarse, teniendo que ser Eva quien trabaje y consiga dinero, primero como camarera pero después, cuando las deudas acucian, volviendo a ejercer la prostitución. La dureza de la emigración, la universalidad, por desgracia, de la prostitución, una profesión que siempre encontrará a alguien dispuesto a pagar el precio por acostarse con Eva. Según avanza el relato, vemos claro y tajante que Bruno es otro megalómano más de Herzog y entre el mundo y él sólo puede haber un vencedor ya que Bruno es incapaz de encontrar su sitio, ni en Alemania ni en Estados Unidos.
Bruno Schleinstein moriría en Berlin, en el año 2010, Werner Herzog le recordaba como el mejor actor con el que había trabajado jamás, nadie se había acercado a su humanidad frente a la cámara. Sin duda porque nunca tuvo que hacer el más mínimo esfuerzo por introducirse en un personaje, simplemente le bastó con ser él mismo.