El ajedrez, un juego imperecedero cargado de estrategia que da pie a símiles con la vida real. Hace 60 años que Ingmar Bergman lo usó en El Séptimo Sello (Det Sjunde Inseglet, 1957) como recurso para tratar de distraer y engañar a la Muerte, estrategia de evasión para tratar de salvar la vida. No es que queramos comparar la inmortal película de Bergman con Fresh (Fresh, 1994) de Boaz Yakin, pero también es justo decir que comparten un argumento centrado en un tablero de ajedrez y en unas vidas que parecen moverse como peones por los escaques del tablero.
La muerte también está presente en la película de Yakin, pero no en su representación física sino en las pistolas que portan los mafiosos que controlan el tráfico de drogas en la ciudad. Menos espiritual pero igual de peligroso. Es ahí, en Brooklyn, donde sobrevive el pequeño Fresh, interpretado por Sean Nelson, quien a sus 12 años ya trabaja como camello en su zona, mezclándose con drogadictos y delincuentes con la misma naturalidad con la que juega con sus compañeros del colegio.
Su vida nunca ha sido sencilla, vive apartado de su padre, quien tiene prohibido verle, pero con el que se encuentra en un parque donde se juegan partidas de ajedrez por dinero. El padre, Samuel L. Jackson, es un genio del ajedrez, concretamente de las partidas rápidas, y centra todo lo que trata de enseñar al pequeño a través del juego. El ajedrez es como la vida misma, según él, y tampoco le falta la razón.
La vida de Fresh comenzará a dar un vuelco cuando presencia un asesinato, la cercanía con la muerte parece encender algo en él, que se confirma cuando la ola de violencia le toca más de cerca. Fresh comienza en ese momento a tejer una partida de ajedrez en la que los peones van inevitablemente a su fin, y en la que el joven trata de acabar con el rey.
Una lección de vida, Fresh transmite la tensión y la angustia de una vida que roza con la marginalidad por circunstancias ajenas al protagonista, circunstancias sobrevenidas que no ha podido manejar, pero es ahora cuando puede tomar el control y tratar de cambiarlo todo. Trata de ser una película optimista, pese al contexto y al tono general, en el que si tomas el control de tu vida puedes cambiarla drásticamente.
Vencedora en Sundance y debut de su director, Boaz Yakin, que por desgracia no ha vuelto a conseguir una película de este nivel. Muy al contrario, quitando la entretenida Titanes Hicieron Historia (Remember the Titans, 2000) el resto han pasado de forma bastante discreta y en algunos casos incluso con resultados muy negativos.