Notas sobre la libertad y la determinación (iii): Schopenhauer versus Schelling

La filosofía de Schelling tiene como primer principio el absoluto, que no es otra cosa que la unidad de la naturaleza y el yo. Mediante el arte, podemos intuir el absoluto, ya que en éste existe una mediación e identidad de lo real y lo ideal, es decir, entre el objeto y el sujeto. Según la doctrina de Schelling, el artista (sujeto), se convierte en objetivo y necesario, mientras que  la obra de arte (objeto), pasa a ser subjetiva y libre. Esto sucede debido a que el artista construye la obra en un acto de libertad. Él hace lo que quiere, por tanto, la obra de arte es esencialmente libre y subjetiva, pero al mismo tiempo el artista no puede sino crear siguiendo su propia necesidad interna y es por ello que se transforma en necesario y objetivo. 

La teoría de Schopenhauer parece, a primera vista, totalmente contraria a la schegelliana. El filósofo piensa que toda nuestra vida está regida por la voluntad, y que no podemos escapar a ella si no es mediante el arte y la compasión. El gran artista es un individuo que crea la obra de arte en un acto de libertad y en dicho acto él intuye la idea. Este hecho lo diferencia de Schelling, ya que en su doctrina el artista se veía reducido a un ser objetivo y necesario. La intuición de la idea, la captación de la voluntad llega a su culminación con la música, forma artística equiparable a la filosofía. 

Así pues, el camino hacia el conocimiento del absoluto, en el caso de Schelling, y de la voluntad, en el caso de Schopenhauer, a pesar de ser diferente (Schelling habla de un sujeto objetivado y de un objeto subjetivado, mientras que Schopenhauer nos remite a un sujeto libre), lleva al mismo punto, es decir, al conocimiento filosófico.