Carnaval, carnaval, carnaval te quiero ¡un montón!

– El personal empieza a estar cansadito de tanta represión, digo, de tanta restricción. 

De que las decisiones arbitrarias dominen nuestras vidas. 

De ser carne de ensayo clínico. 

De andar a tientas en una celda invisible… 

Ya va para dos años. 

– ¡Un momento! Parece que ahí en frente hay una puerta entreabierta

– Otro espejismo. 

– No, mira se está abriendo, y parece que detrás suena música.

– Será una Fata Morgana. 

– Entremos… Ooooh, un montón de colores.

– ¿Qué hay? ¿Globos?

– ¡Confetti!

– ¡¡Corre adentro!!

– No empujes. 

– Aprisa. No hay tiempo que perder. Como me dijo mi abuela, una señora muy sabia, cuando se acercaba la cuaresma. Me dijo, mirándonos a mí y a mi novio austriaco, ambos en la veintena… 

– Pues no ha llovido desde entonces. 

– Sí, mucho y mal. 

– …qué guapo era y qué planta tenía… Nos dijo: “Aprovechad ahora, que luego no podréis…”