De cómo la pandemia no ha servido para nada.Las empresas obligan a sus trabajadores a volver a la oficina

Existe la creencia de que después de un periodo de adversidades tiene que advenir un tiempo de prosperidad, incluso de felicidad. Después de la tormenta, la calma y luego la exaltación. 

Y bien, ¿dónde queda ese tiempo? 

Más de dos años de calamidades, esperando la luz al final del túnel, anhelando un respiro, algo positivo, una recompensa a toda la abnegación y los sacrificios. Y a día de hoy parece como si todo nuestro esfuerzo hubiese servido para bien poco. 

¿Qué recompensa (ob)tenemos? ¿que vuelva la normalidad? 

Y ahora, más que nunca, conocemos las limitaciones de esa normalidad, sobre todo en lo que al trabajo se refiere[1]. Uno de los pocos aspectos positivos de la pandemia mundial fue la implantación masiva del trabajo en remoto, desde casa. En poco, se constató que eran todo ventajas: 

• La naturaleza floreció como no se había visto en décadas

• Ahorro de las empresas en gastos derivados del mantenimiento y uso de las oficinas

• El trabajo desde casa implica una mayor concentración al estar en un entorno donde no existen las distracciones propias de una oficina. 

• Mejor calidad de vida para los trabajadores al ahorrarse, entre otras cosas, el desplazamiento a la oficina que, en muchos casos se come de una a dos horas, si no más, al día, lo que supone una gran pérdida de tiempo, energía y dinero al estar fuera de casa la mayor parte del tiempo. 

• Posibilidad de cambiar de entorno de vez en cuando, como trabajar desde la segunda residencia en verano -de tenerla-, o cambiar de municipio, lo que propicia un mejor estado de ánimo.  

Al disponer de estas ventajas, los empleados se sentían más motivados.

Lo que se traduce en una mayor productividad de los trabajadores.

Sin embargo, las vidas de los trabajadores siguen en manos de las empresas que  deciden dónde deben trabajar sus empleados. En los últimos meses, la virulencia del virus ha descendido, y a causa de ello, el gobierno ya no establece la prioridad del trabajo en remoto, con lo que muchas empresas han impuesto el retorno a la oficina. 

Y así, tras más de dos años de calamidades, seguimos encadenados, sin el poder de decisión sobre nuestras condiciones laborales y, por ende, sobre nuestra calidad de vida. 

Sería conveniente una lista donde constasen las empresas que permiten eltrabajo 100% remoto, las que utilizan el sistema híbrido y las que obligan a sus trabajadores a regresar a la oficina. 

Otro gallo iba a cantar, si este tipo de información estuviese a la vista. 

¿Cómo serían valoradas las empresas que se empeñan en empeorar las condiciones laborales de sus trabajadores, y cómo lo son las que ofrecen mejoras?


[1]Y aquí no voy a hablar de la precariedad del sistema sanitario de entonces que, sin duda, contribuyó a las miles de muertes durante los primeros meses de pandemia.