«Baladista» (Repetidor, 2014)

Baladista 1Si dijéramos que bajo el alias de Baladista se encuentra Juan Carlos Fernández, probablemente nos quedaríamos con cara de circunstancias. Sin embargo, si empezamos a tirar de su currículum, las cosas empezarán a cambiar. Uno de los miembros de los estrobocópicos Penelope Trip, tras la disolución de esta bendita anomalía de pop surrealista, y dos proyectos instrumentales, Juan Carlos ha tardado lo suyo en dar síntomas de vida musicales. Estimulante vuelta a la palestra, a sus aventuras al frente de Dos Gajos y Matrimonio ahora hay que sumar Baladista.

Como un espejo partido en diez vetas, cada una de las canciones que conforman el primer trabajo de Juan Carlos como Baladista nos muestran otras tantos colores teñidos de una profunda saudade; una mediante la que Juan Carlos nos transporta hacia vastas extensiones crepusculares, donde todo rota sobre el ADN repetitivo de un delicado blues en cueros. Como él mismo cuenta: “Cuando empecé a hacer canciones, hace unos siete años más o menos, escuchaba mucho blues y folk. Ambos fueron una fuente de inspiración. El blues es el género repetitivo por excelencia y yo lo usé como guía. También tomé prestado del blues y del folk el recurso de doblar la melodía de la guitarra con la voz. Luego está la sombra de Spacemen 3, que es muy alargada. Cuando los vi en directo en 1989 cambiaron mi percepción de la música y aún siguen influenciándome. De hecho, creo que me han servido de puente entre la música de mi tiempo y la música del pasado.”[1]

La música como paisaje mental, Juan Carlos se apoya en su fingerpicking elemental como arma para hacer girar en círculos las secuencias de sus canciones, siempre en plano fijo. Un gran director casi nunca mueve la cámara, para poder captar todos los matices de la escena; y en esto, Juan Carlos es un alquimista. A partir de esta base, las canciones parecen nacer de espacios inmensos, sin encuadre posible; unos sobre los que, puntualmente, Frank Rudow -Manta Ray- aporta un sutil pellizco percusivo, Pau Juliá hace suspirar a su contrabajo, Gloria Vilches dulcifica las palabras de Juan Carlos, y Daniel Pitarch toca el acordeón desde las olas del mar. Blues de secano, folk en miniatura, sugerentes soplidos fronterizos, cabaret de juguete, ¿Qué más dará? Con Baladista resulta estúpido hablar de estilos; sus pequeñas grandes canciones están por encima de cualquier etiquetaje superfluo. Y más ante pinceladas tan sobrecogedoras como ‘Hoy y Mañana’, ‘Cada Vez’ y mis favoritas: ‘Manifiesto’ y ‘Horas Bajas’.

Un Houdini de la canción, Baladista escapa con intuición de los típicos encasillamientos cantautoriles. Sus retazos de vida nos filtran sensaciones, estados de ánimo. Su música es física, no intenta hacer profundos alegatos existenciales; nos regala agrios trozos de vida. Eso sí, de depresión o melancolía con prospecto, nada de nada. En este sentido, resulta imposible no imaginarse la media sonrisa que se le escapa a Carlos mientras tiñe de humor viñetas tan sembradas como la mediterránea ‘Sin Sellar’ o la lenta brisa mejicana que envuelve ‘Rey de Nada’.

Menos de media hora para capturar un maná de melodías licuadas entre los cielos del Cabo de Gata, acercarse a Baladista (Repetidor, 2014) es como soñar despierto dentro de un fascinante crucigrama de interpretaciones libres. Sin duda, de lo más inspirador que escucharemos a lo largo del año.

Bandcamp de Baladista.



[1] Cervera, Rafa: “Hablando con Baladista”, Nada Especial.

Enlace: http://estoesnadaespecial.blogspot.com.es/2014/05/hablando-con-baladista.html