Harold y Maude

harold_and_maude-636272546-largeLa segunda película de Hal Ashby sufriría una larga travesía en el desierto hasta su reconocimiento. Inicialmente vapuleada por crítica y público, tardó nada más y nada menos que 12 años en ser rentable, a medida que iba adquiriendo el estatus, a veces tan caprichoso, de película de culta. Estamos hablando de Harold y Maude (Harold and Maude, 1971), con guion de Colin Higgins, a la postre también productor, que adaptaba su propia novela que naciera inicialmente como tesina para su graduación universitaria.

Las razones para que pasase tan desapercibida inicialmente son fácilmente identificables, enormes cargas de comedia negra, quizá excesiva para la época, una historia de amor fuera de todo convencionalismo y una sátira social que era la guinda para un pastel demasiado amargo para la gran mayoría del público.

La acción se desarrolla durante una semana en la que conocemos a Harold, un joven de 19 años con una obsesión enfermiza por la muerte. Lleva a tal extremo su afición que su madre hace ya tiempo que ha optado por obviarla, ante los interminables intentos por suicidarse, o más bien por coquetear un poco con la muerte, verla de cerca. En realidad, la única preocupación por su madre es porque su hijo encuentre una mujer con la que casarse. Cree que no le debería ser difícil, debido a la enorme fortuna de la familia, pero es de nuevo la extraña afición de Harold la que aleja a cualquier pretendiente que se acerca.

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El rumbo de su vida lo encontrará en el lugar más insospechado: un funeral. Otro de los divertimentos del joven es colarse en funerales y estar así más cerca de la muerte. Allí conoce a Maude, una mujer de unos 70 años que vive literalmente al límite. Valiéndose de su imagen de anciana desvalida aprovecha para robar vehículos, aparcar donde le da la real gana, reírse de la policía y del resto de ciudadanos. Una vida sin frenos, sin tabús y sin normas.

Inmediatamente el joven se siente atraído por la desinhibición de la anciana. Del sitio más inesperado parece ir recibiendo lecciones de vida que le enseñan a valorarla. Todo lo que su estricta y convencional madre no había conseguido en años, lo consigue Maude en unos escasos días. Sin duda, una visión que choca frontalmente con todo lo establecido y una de las grandes razones para su fracaso inicial. Más aun cuando la relación entre Harold y Maude comienza a ir más allá.