Obsequium: La Abadía del Crimen

portada_1024x1024Tras el éxito de Ocho Quilates: Una Historia de la Edad de Oro del Soft Español, su autor, Jaume Esteve, decidió ampliar uno de los capítulos más importantes a través de la recién creada editorial Ocho Quilates. Dicho capítulo estaba dedicado a un juego inolvidable: La Abadía del Crimen (Opera Soft, 1987), basado en la novela de Umberto Eco El Nombre de la Rosa, fue un juego destacado en su época por su particular propuesta, alejada de los cánones de los juegos de acción que imperaban por entonces, y por su intachable calidad técnica, que lograba exprimir hasta el límite los antiguos ordenadores de 8 bits. Quienes disfrutaron de él en su día suelen definirlo como uno de los mejores juegos que jamás han probado, sin embargo su dificultad casi insana, su sistema de control y su cambio de cámaras consiguió que otra legión de jugadores no lograse adentrarse lo suficiente. En una época en la que los juegos suelen señalarte el destino con una enorme flecha en un mapa, no es sencillo describir con precisión por qué este juego ha dejado huella en tanta gente, y ésta es la tarea que se han marcado Jaume Esteve y sus colaboradores. El nombre que le han dado a este relato es Obsequium.

Si en Ocho Quilates, Esteve relataba la intrahistoria de la creación del juego, de la mano principalmente del grafista Juan Delcán, buscando más describir las emociones de sus creadores y relatar su impacto de forma emotiva, en esta ocasión es el turno de volvernos más prácticos y analizar todo lo que rodea La Abadía desde varios ángulos. De ello se encargan José Luis Morales, fundador de Opera Soft y autor del prólogo que relata, entre otras cosas, su relación con el programador del juego: Paco Menéndez (fallecido en Sevilla, en 1999). José Luis Sanz, redactor en diversas publicaciones del sector, se encarga de ofrecernos una perspectiva de la situación del mercado del videojuego en la época de la salida de La Abadía. Juan Manuel Moreno ‘Twinsen’ analiza la relación entre juego y libro, y el proceso de sintetización de la trama para lograr encajarla. Antonio Giner, autor del remake para PC, analiza el conflictivo sistema de cámaras desde el punto de vista del arquitecto. Manuel Pazos, autor del remake para MSX2, analiza en profundidad el código del juego, despejando multitud de dudas sobre el funcionamiento interno del juego. José Manuel Fernández ‘Spidey’ analiza la recepción por parte de la prensa y el público. Enrique Colinet analiza el juego desde la perspectiva de un desarrollador actual. El propio Jaume Esteve es el encargado de hablar sobre el legado de La Abadía y la guinda final la pone José Manuel Braña, cinéfilo y creador de la iniciativa para tratar de dedicarle una calle a Paco Menéndez en su ciudad natal, Avilés.

Entre todos conforman un relato con algunos altibajos, pero que en general mantiene el interés para todos aquellos nostálgicos de la informática de los 80. Es posible que resulte superfluo detallar cómo se vería La Abadía del Crimen desde la óptica del mercado actual, principalmente porque todos los juegos de 8 bits sufrirían los mismos males en la comparación, ya que el concepto ‘videojuego’ ha cambiado irremisiblemente en las dos últimas décadas. En el polo opuesto pondríamos al capítulo de Manuel Pazos, que logra explicar por qué podemos considerar La Abadía como una genialidad. Hacerlo de una forma tan amena y entendible como lo hace Pazos es digno de elogio, ya que bucear en el código del juego es extremadamente farragoso.

Obsequium es una compra obligada para todos aquellos que compartieron salidas nocturnas manejando a Fray Guillermo y Adso, que conocieron la tensión de escaparse del abad, que saben caminar por esa abadía mejor que por su propia casa. En definitiva, para todos aquellos que están convencidos que La Abadía del Crimen merece un homenaje y, sobre todo, un gran reconocimiento. Gracias a Jaume y sus colaboradores, la llama de la abadía sigue ardiendo con fuerza.