El Arpa Birmana – La música como lenguaje universal

El_arpa_birmana-215912984-largeBasada en la novela homónima de Michio Takeyama, El Arpa Birmana (Biruma no Tategoto, 1956) fue la primera película de su director, Kon Ichikawa, en salir de sus fronteras y también fue de las primeras producciones japonesas que ahondaban en la intervención militar durante la II Guerra Mundial del ejército nipón. Aunque pueda acusársele de edulcorada, ya que en ningún momento la campaña birmana del ejército japonés se muestra como una invasión bélica, hemos de tener en cuenta que la película tiene una raíz antibelicista que hace que de igual manera que obvia cualquier abuso de Japón, hace lo propio con una armada británica que se exhibe como casi paternalista mientras retiene a los soldados asiáticos.

El Arpa Birmana relata la historia del grupo del capitán Inouye, destinado en Birmania (actual Myanmar) con la misión de rastrear una amplia zona. Inouye es un hombre atípico e instruye a sus hombres en el canto con la idea de subir su moral y tratar de aislarles del mundo belicista que les rodea. Dentro del pelotón destaca Mizushima, quien pese a no tener estudios de música demuestra tener una innata habilidad para tocar el arpa birmana. La educación que reciben les ayuda a tener una visión más amable de la vida y usan su música para comunicarse entre ellos, como mensajes en clave, aunque también lo hacen por puro placer. Además se muestran abiertos y receptivos a la cultura local, algo inaudito en una guerra de esas características.

Sin embargo, encontrándose prácticamente aislados las noticias no les llega con facilidad, y la nueva de la rendición de Japón les llega en una de las escenas más recordadas de El Arpa Birmana. Encontrándose dentro de una pequeña aldea notan la llegada de un grupo británico, aguardan agazapados hasta que Mizushima hace sonar su arpa e Inouye les pide que canten y den señales de alegría. Para su sorpresa, poco a poco los británicos se les unen cantando en su lengua natal, dando muestras Ichikawa de la música como lenguaje universal. Así, en completa paz, los japoneses reciben la noticia del fin de la guerra. Quizá esta escena sorprenda al espectador, resultándole hasta chocante, pero por muy idílica que parezca no hay más que repasar la historia para recordar que el 24 de diciembre de 1914, en plena I Guerra Mundial, tuvo lugar la Tregua de Navidad. Aquel día las tropas alemanas decoraron sus trincheras con motivos navideños y comenzaron a entonar el Stille Nacht (Noche de Paz), se cuenta que soldados escoceses se unieron con sus gaitas y los británicos comenzaron a responderles con más villancicos. Ambos grupos continuaron cantando y lanzándose mensajes de felicitaciones, concluyendo en encuentros en terreno neutral e intercambiándose regalos. Incluso se cuenta que llegaron a organizar improvisados partidos de fútbol.

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Tras el encuentro, los soldados japoneses son tomados como prisioneros y retenidos en un campamento rival a la espera de la firma final del armisticio por parte de su país y su regreso al hogar. Los británicos encuentran a otro grupo de japoneses pertrechados en una cueva, desconocedores del fin de la guerra, y los británicos piden a Mizushima que intermedie para que depongan sus armas. En ese momento vemos con claridad la diferencia entre ambos grupos japoneses, Mizushima y su antibelicismo pidiendo que se rindan, con una infinita fe en la bondad humana, por otro lado el grupo leal hasta la muerte a su país, que considera una deshonra no seguir luchando (en efecto, la rendición de Japón fue un shock para el país que ha influido hasta nuestros días en su sociedad y su cultura).

La misión de Mizushima es un fracaso, y eso le hunde en un profundo lamento, consciente de lo absurdo que resulta el enfrentamiento bélico, y decide huir con la idea de unirse a un monasterio budista, en busca de una vida pacífica, alejada de todo aquello que le ha rodeado en su vida como militar. El Arpa Birmana no es sólo una película pacifista, es también melancolía contenida, una lágrima silenciosa e invisible por las vidas japonesas perdidas durante la II Guerra  Mundial pero con respeto al ejército rival y a los pueblos que sufrieron la ocupación. En parte es un intento por poner una venda en la colosal herida japonesa.

Parca en palabras pero descomunal en su expresividad emotiva, El Arpa Birmana prefiere expresar con música y con su fotografía, con sus escenas cuidadosamente escogidas, para dejar un mensaje universal. Gran parte del mérito de esta película reside en su guión firmado por Natto Wada, pseudónimo de Yuniko Mogi, esposa del propio Kon Ichikawa, pero en su conjunto estamos ante una gran película que mereció una nominación al Oscar como película de habla no inglesa en 1957, primer año en el que se disputaba esa categoría.

Fue estrenada en Japón en dos partes, dada su duración de 143 minutos, para luego ser recortada hasta los 116 minutos pese a la oposición de Ichikawa, y es precisamente con ese metraje con el que podemos verla hoy en día. Una experiencia altamente recomendable para los amantes del cine japonés, del cine con mayúsculas.

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