Chucho (II): una nueva vida

Antes de forjar su obra definitiva, Chucho sacó a la calle Triple Zero (Chewaka, 2000) un nuevo EP, con la participación del dúo de pop estratosférico Astrud, que viene a documentar la idea desde la que partieron a la hora de llevar la gira de promoción de Tejido de Felicidad. Sorprendente a todos los niveles, Chucho afrontó este tour ofreciendo tres conciertos en otros tantos formatos, en cada una de las ciudades de las que recalaban: uno acústico con programaciones, otro como trío y uno más con la banda al completo. A este respecto, hay que decir que la familia perruna había crecido, gracias a la inclusión en la banda del guitarrista Miguel Angel Gascón. Tras un experimento de esta envergadura, en verano del 2000 los miembros de Chucho se tomaron un oxigenante descanso. Todos, menos Fernando. Acuciado por una necesidad imperiosa de retroceder al mismo espíritu voraz que, tenía como objetivo parir el frustrado doble LP Hermanos Carnales (Virus/RCA, 1992), Fernando graba 28 maquetas que alimentaron su siguiente paso discográfico, Los Diarios de Petróleo (Chewaka, 2001).

Chucho 4Proyecto de ambiciones faraónicas, el disco es propuesto en varios fragmentos: uno principal, el LP; y otros tres, en formato EP, que sirvan para profundizar en la herida dulce que provocó el esqueleto principal de estos diarios. De todas maneras, siempre cupo la posibilidad de que el disco, se hubiese publicado como doble LP. De haberse consumado esta posiblidad, la secuenciación de la obra hubiera sido la siguiente: en el primer CD, “Cataratas de sueño”, «El secreto de la ciencia», «Abre todas las ventanas», “Un agujero excéntrico», “De aire”, “Demasiada poca gente”, «Visión rayos X», “A norte”, “Colector de fluidos”, “Cráter”, “La cama desecha”, “Ricardo ardiendo”, “Vapor de alma” y “Suavemente va cayendo al rio”; para el segundo Cd, este sería el orden “Chapoteosis de chiquillos en la bañera”, “El rey del error”, “Calígula en rio”, “Cerca del ángel”, “El agua del crimen”, “El vientre del firmamento”, “Mi padre”, “(San) Juan Autista, “Cielos despejados”, “Y rompe la tormenta”, “Tocado, hundido”, “El que apaga la luz (Eclipse), “Extrarradio”, “A todos los amigos que he perdido”. Selección de las que hacen plantearse un punto y aparte en el discurrir del pop español, hasta la presencia resurrectora que irradiaba Tejido de Felicidad queda ensombrecida ante tamaña colección de canciones.

Uno de los discos más sustanciosos del pop de siglo del siglo XXI, Los Diarios de Petroleo propone un viaje en el tiempo, mediante el que se rebaja el pulso tecnológico, y se tiende un puente hacia el sonido crudo, y detallista, que palpitaba en Hermanos Carnales -temas como «El rey del error», «Y rompe la tormenta» y «De aire» parecen sacadas de las sesiones de aquel trabajo-. Con este corazón, el resto de órganos que conforman su cuerpo musical vuelve a hacer de la heterogeneidad una virtud.

De nuevo con Kaki Arkarazo a los mandos de la producción, el vasco consigue dar unidad al impresionante crisol de palos que toca la banda albaceteña para esta ocasión. Desde el pop bailable en «Demasiada poca gente» hasta el noise-rock abrasador de “Tocado, hundido”, pasando por un tema que tanto recuerda a Nacho Vegas, como “A todos los amigos que he perdido”, da la impresión que para esta vez nuestro Chucho ha querido vaciarse completamente por dentro. Tanto que hasta las letras de Fernando suenan más personales y autobiográficas que nunca, como es en el caso de ejemplos tan claros como «Mi padre», «Cataratas de sueño» o «Chapoteosis de chiquillos en la bañera» -en esta última, con las mismas hijas de Fernando cantando en el estribillo-. Sucesión de estampas inolvidables, posiblemente «Ricardo ardiendo» se lleve la palma como el corte bandera de esta obra inmortal, pero eso ya es decisión de cada uno. Imposible llegar a consensos innecesarios, cuando hay tantas caras y espejismos. Sería intentar limitar lo inabarcable. Absurdo, en cualquier caso.

Otro de los grandes discos de la historia de la música española, y van unos cuantos… Los Diarios de Petróleo no fue la única alegría que recibió Fernando ese año, gracias a la publicación de Actos Inexplicables (Limbo Starr, 2001) de Nacho Vegas. Disco publicado desde el sello discográfico de Fernando, esta obra supuso un impulso inigualable para el crecimiento y desarrollo del recién estrenado sello.

Durante el proceso de Los Diarios de Petróleo, Chucho sumará un nuevo cachorro a su rebaño, Emilio Abengoza, que cumple uno de los sueños que siempre tuvo Fernando desde sus tiempos con los Surfin’: contar con un teclista fijo en la banda. Vestidos de elegante negro, para la promoción de esta obra da la impresión que Fernando lanza un guiño muy claro a una de sus grandes referencias: Nick Cave & the Bad Seeds.

Chucho 5Vuelta a las giras, Chucho se encuentra en su momento de mayor esplendor, uno que parece inigualable. Sin embargo, Fernando se guarda otra bala en la recámara, bajo el nombre de Koniec (Sinnamon, 2004), y que pasó demasiado inadvertida. Vuelta a un sello pequeño, para esta ocasión Chucho continuó profundizando en esa regreso a los orígenes de Surfin’. Viaje en círculo hacia las vidas pasadas de Fernando, Koniec ya nos muestra las intenciones desde su mismo título, en referencia a la palabra “Fin” de unos dibujos animados checos que veía Fernando de pequeño. Si a esto, le sumamos esa portada, en la que aparece un chucho-ángel que parece observar desde arriba el viaje finalizado desde mediados de los años 90, las pistas sobre el posible fin del grupo cobran mayor relieve.

En cuanto al disco, mucho vacío sufrió esta obra que, si bien no llegaba a la altura de sus dos anteriores hermanos mayores, no dejaba de ser otro álbum sobresaliente. Menos arriesgado en la forma que todos sus trabajos anteriores, Koniec fluye natural, ampliando fabulosamente los extremos de ira/amor que Fernando siempre se ha dedicado a rellenar con su poesía patafísica. De esta manera, ¿Cuántos artistas son capaces de críticas tan claras y directas como la que reside en «La mente del monstruo» y luego componer algo tan tierno y emotivo como «¿Y minera?» Muy pocos, o ninguno. Disco repleto de joyas incandescentes, «La religión», «Koniec», «Túnel de lavado», “El pueblo en el fondo del pantano” o «Gran angular», estamos antes pruebas más que fehacientes de que ésta es una obra a recuperar, totalmente.

A pesar de estos haces de pop mayúsculo, Koniec supuso el cierre a Chucho. Llevado por la sensación de vacío cuando ve que algo ya ha dado todo de sí, Fernando dio carpetazo a Chucho tras un último concierto en junio, ofrecido en Albacete. El Chucho ya descansaba, pero aún no había ladrado lo suficiente…Tras este comienzo de hibernación perruna, Fernando se puso a dar conciertos acústicos en solitario, en los que también tocaba canciones de los Surfin’, anticipando dos sucesos muy especiales: la vuelta a la carretera de Surfin’ Bichos y el preámbulo a una carrera en primera persona, acompañado de Los Alienistas. Eso sí, una década después, su criatura ha renacido, y siempre es algo de agradecer que las viejas alas de Chucho vuelva a sobrevolar las estepas del pop nacional.

 

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