Fascinación por el taladro

La fascinación de España -el país entero- por el ruido y la destrucción tiene en las obras y las reformas su exponente más significativo. Es la excusa perfecta que impide agarrar un libro, ir al teatro o escuchar buena música.

El primitivismo de esta inmensa mayoría, que no piensa en otra cosa que en taladrar, martillear y picar -ya sea por activa, o por pasiva-, se hace patente en cada hogar, en cada calle. Simplemente abran ustedes los ojos y algo los oídos, si es que todavía perciben algo; que más de uno anda sordo sin darse cuenta.

Éste es un país de albañiles y de especuladores. El pueblo debe permanecer ignorante, reducido a poner ladrillos encima de otros, o a tirarlos abajo. Mientras los de arriba pasan el tiempo en yacuzzis, en silencio.

Nada parece importar la enorme polución que estas prácticas provocan, que todos los días nos tragamos y ensucian nuestros pulmones; ni el ruido ensordecedor que taladra el cerebro; ni el enorme despilfarro de dinero que podría destinarse a hacer algo más productivo. ¿Alguien ha oído hablar de la investigación, la educación, la sanidad, la cultura o ¡el arte!? Pero eso significaría gente más culta, menos manipulable; gente que se cuestionase cosas, que pensase más allá de qué bonito va a quedarme el salón, o qué bonito va a quedarnos el paseo; gente que tuviera claro cuáles son sus derechos; en fin, salir del caciquismo y entrar en un estado social. ¡Esto sí que es una utopía!

Seguimos, con ruidos y polvo todos los días. Cuando acaba una obra, empieza una reforma, y cuando acaba la reforma, comienzan las reparaciones. España, país de chapuzas por antonomasia, aquí no se hace nada bien y menos algo que dure. Permanecemos así en un bucle de reformas, reparaciones, obras, restauraciones sin fin, en un eterno retorno nietzscheano.

¿Qué pasaría si todo se parase de golpe? No quiero ni pensarlo. Si no fuera por las reformas y las obras de construcción, los españolitos se matarían unos a otros.

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5 comentarios en «Fascinación por el taladro»

  1. hacia mucha falta que alguien lo dijera claro y alto, estamos hasta el moño de tanto engaño!.
    este fin de semana en la capital del reino de España me comentaron que querían tirar abajo un edificio ,más que centenario, con una fachada de las que ya no se pueden disfrutar y en el mismísimo centro!!!- Todo sea por construir un modernísimo hotel. Señores y señoras del gobierno, del parlament o del ministerio de obras públicas, por favor dejen de fastidiarnos, a los obreros que explotan por cuatro duros para hacer esas horrorosas obras en las que ustedes de pulen gran parte de la pasta, y a los que no vamos a pisar jamás dichos hoteles porque simplemente no somos millonarias. Dedíquense a sus obligaciones que es el bienestar público y no a lo contrario sacar dinero de las arcas públicas para invertirlas en lo privado que tantos jacuzzis, yates de lujo y despilfarros varios se pegan a nuestra cuenta….
    Gracias.

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